LES puedo presentar a varias redactoras a las que Bertín Osborne les dio la gran bronca por el motivo de mencionarle en las revistas como "gaditano" cuando él quiere que se le defina sólo como "jerezano". Estilo Puigdemont. Le da alergia el mapa provincial. Debajo de su apariencia de peluche el abuelo Norberto tiene carácter porque siempre ha hecho lo que le ha dado la gana y no se muerde el diccionario. El otro día abroncó a los periodistas por unos (en verdad, injustos) comentarios sobre machismo. Tras las palabrotas latía el nerviosismo de Bertín y del jefe de su programa En la tuya o en la mía, Pablo Carrasco, sobre lo que consideran una desconsideración de TVE hacia su trabajo, con una reducida renovación de 5 programas en lugar de los 18 que exigen.

Los más de 4 millones de espectadores que ha llegado a congregar la campechanía del cantante hablan de una regularidad magnífica y una rentabilidad que es una tentación para que lo fiche Mediaset. Pero convengamos que En la tuya o en la mía no ha descubierto la pólvora, ni es un formato tan avasallador para tener esos humos. A Bertín le queda mucho para ser Soler Serrano, como demostró en su charla a trompicones con Plácido Domingo; ni es el delirio de la amenidad cuando no tiene enfrente a un compadre, como le pasó con Mario Casas o con el desvestido Sánchez.

En la tuya o en la mía se estrenó en septiembre y aprovechó esa inercia con un perfil de invitados asequibles para el anfitrión y atractivos para la audiencia. Recursos como los covers de ambientación comienzan a ser imitados en toda la parrilla y la cuidada posproducción y montaje hablan de un gran equipo de profesionales andaluces, obreros a los que Bertín a veces no ha tratado como debería y que ahora son coartada para seguir cobrando bien.

Si quieren dar un portazo por las bravas a TVE, sabiendo de la situación interina que vive la casa pepera, allá ellos. A Pablo Carrasco ya se le ha olvidado el fracaso de cuando se llevó de Canal Sur el formato de telemendicidad de Toñi Moreno.