PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Burocracia que hace sufrir

PARA los padres sevillanos con niños de muy corta edad que tienen diagnosticado un déficit en su desarrollo, la cuenta atrás hacia la edad de escolarización es un calvario en el que descubren cómo el llamado Estado del Bienestar no cuenta con ellos en un momento crucial para sus hijos. A raíz del informe elaborado por el equipo del Defensor del Pueblo Andaluz, denunciando que el 40% de los niños con necesidades educativas especiales se quedan fuera de los 15 centros específicos existentes en la provincia para ellos, siguen llegando a su sede de la calle Reyes Católicos más quejas de ciudadanos, agobiados por ese tema, que denuncian el mal funcionamiento de la Administración.

Se acerca el mes de marzo, el de la escolarización, y cada aproximación al aparato burocrático es un sufrimiento añadido para los padres. Casos lacerantes como el de niños próximos a cumplir los 3 años, que desde hace año y medio tienen diagnosticado un trastorno específico del lenguaje y del desarrollo. Desde marzo de 2010, sus padres tienen presentada en la Delegación Provincial de Bienestar Social (calle Japón, Sevilla Este) la preceptiva solicitud para la valoración del grado de minusvalía. Y todavía no les han dado cita. Sin ese trámite, ya urgente, el equipo de orientación educativa de su distrito o municipio no puede hacer la valoración y, por ello, los niños no entrarían en un colegio. Ni tampoco podrían esas familias percibir ayudas a las que tienen derecho por un hijo con discapacidad, para sufragar una parte de las costosas terapias en consultas privadas.

La respuesta que le dan a esos padres los trabajadores sociales de dicha delegación es que están saturados y llevan más de un año de retraso por falta de personal. Y tendrán su parte de razón. Pero en cualquier labor hay empleados igual o más de saturados, y por muy zoquetes o rácanos que sean sus jefes, sin duda más apremiantes que Micaela Navarro, no dejan de prestar los servicios que más afectan a otras personas. Qué sería de la sociedad si no nos pusiéramos en el lugar del prójimo cuando tiene un problema de este calibre y nos lo dice.

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