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Javier Compás

Camareras de catering

En España hay creatividad,imaginación y calidad para actualizar este tipo de ropas laborales

21 de julio 2023 - 00:45

Los acontecimientos mediáticos, del ámbito que sea, más allá del acto en sí, pueden servir para visibilizar cosas que habitualmente pasan más o menos desapercibidas. Me refiero en esta ocasión a la boda de la listilla, Tamara Falcó, y su golfete. Ni entro ni salgo en la boda y en la vida de estos personajes, allá ellos y los que los ponen ricos. Me refiero a uno de esos detalles que, como digo, salen en esas carpetas subordinadas al meollo principal, en este caso el catering y, en particular, el criticado uniforme de las chicas que servían los canapés.

Lo de los uniformes de las camareras de catering no es nuevo. De hecho hace veinte años fue la primera vez que estuve en un acto con chicas vestidas de ama de llaves de la mansión de El orfanato (la película de Bayona, me refiero). El caso fue la inauguración del Matadero Sierra de Sevilla, aquella joya de la corona del lobby de El Pedroso que en su día impulsó el fallecido José Enrique Rosendo, por cierto, este sí que fue un personaje, y su entorno, digno no ya de un artículo, sino de todo un libro.

Veinte años después, y con el mismo catering sirviendo el cóctel en una conocida institución de Sevilla capital, pude comprobar que el estilismo ha cambiado poco o nada. El plantel de camareras respondía a un criterio determinado de casting, chicas muy jóvenes, delgaditas, no muy altas y monas de cara. Todas vestidas con un traje negro muy mal cortado, largo hasta el ridículo, con medias oscuras y mandil blanco sobre el traje, no recuerdo si se tocaban la cabeza con algo parecido a una cofia, pero también lo he visto.

No sé si los caterings que visten así a sus camareras creen que eso es muy elegante, queriendo emular, según su criterio, al servicio de las grandes mansiones del siglo XIX. No entro en si eso es humillante para la trabajadora, si es machismo laboral o no, un uniforme es un uniforme. La cuestión es meramente estética. En España hay creatividad, imaginación y calidad, para actualizar este tipo de ropas laborales. Es más, si se quiere emular esa sensación de casa señorial tradicional, creo que se podrían crear diseños más dignos, más funcionales y, estéticamente, más bellos.

Por cierto, hablando de la misma palabra catering, para los que puedan tener sus reservas ante el palabro inglés, decir que está aceptada por el diccionario de la Real Academia Española, y significa literalmente: “Servicio que consiste en elaborar y/o servir bebidas y alimentos en un evento, un lugar público o un medio de transporte”.

Algunos de los mejores cocineros que han trabajado en restaurantes en Sevilla en los últimos años, se han pasado al catering. Quizás porque la cocina de un catering, con todo el estrés de los eventos multitudinarios, es más relajada que el día a día de los fogones de un restaurante, así me lo comentaba el chef de origen francés Laurent Thomas, artífice del éxito de Petit Comité y hoy en Hacienda El Vizir.

La modernidad que ha hecho evolucionar este mundo debe también reflejarse en la presentación de los trabajadores que, con su simpatía y profesionalidad, nos hacen pasar ratos tan agradables.

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