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Caracoles

COMO en el Día de la Marmota, los sevillanos tenemos la sensación de que, en verano, todos los días son iguales. Como en la película de Bill Murray, todos estamos esperando a que llegue el 2 de mayo para ver como sale de la madriguera nuestra marmota particular: el caracol. Los caracoladictos estamos pendientes de esa patriótica fecha para comprobar como vienen ese año los caracoles.

Todo un invierno aguantando. Todo un año con el mono; curándonoslo con las cabrillas a modo de metadona. Pero nada es comparable con la sensación que tenemos al ver en una pizarra escrito con tiza: "Hay caracoles". Por fin. Como con los muertos de sed que recogen en el desierto, hay que ir con prudencia. Primero sólo una tacita, que se prueba como quien cata ese vino recién sacado de la barri; como el olor de la primera trufa blanca… el caracol también se cata. Este año ha sido de agradable presencia, rallado predominante: el lebrijano. Correcto tamaño tirando a grande, de textura agradable, ni blando ni duro. Buen año. La mayoría venía con el cuerpo fuera. Los caldos de agradables matices verdes caqui. En el chupeteo han de ser de noble comportamiento, deben entregarse, si no… mordisco en el culo y pa dentro. En el retro gusto no debe mandar ningún sabor. Debe saber sólo a caracol. Respecto a lo de beberse el cardito, prefiero el que viene con los caracoles, más que el vasito sólo. En cuanto a la forma de comerlo, quien se precie debe hacerlo sin palillo. Debe sacar el bicho de un solo rechupeteo y no debe mancharse la mano contraria para que quede limpia para poder coger la caña helada. Éste es el maridaje perfecto del caracol: la cervecita. Como mucho, un tinto con blanca. Lo suyo, es una Cruzcampo helada.

¿Sitios para tomarlos? Cada uno tiene sus favoritos. Casa Diego (Santa Cecilia), Cateto (Sinaí), Las Cabrillas (San Benito), Umbrete (Pumarejo), Vizcaíno, Tremendo, Huerta del Hierro, Plaza San Antonio, Casa Eme… cada uno con su receta y público. Pero falta el mejor sitio de caracoles en Sevilla. El mejor con diferencia. Sin discusión. Ése que pocos saben dónde está y menos cómo llegar. Ese sitio, Álvaro, del que nunca debemos hablar. Ese sitio donde "el reloj va en contra del dueño…" El sitio que no les voy a decir cuál es…

Gracias bendito caracol que año tras año, sin orgullo, te arrastras para hacernos ver que, un verano más, estamos vivos.

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