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Federico Relimpio

Médico y escritor. Observatorio de la Sanidad del Colegio Oficial de Médicos de Sevilla

Carta abierta a todo profesional de la Medicina que trabaje para las compañías de seguros

Carta abierta a todo profesional de la Medicina que trabaje para las compañías de seguros

Carta abierta a todo profesional de la Medicina que trabaje para las compañías de seguros / D. S.

El doctor Federico Relimpio. El doctor Federico Relimpio.

El doctor Federico Relimpio.

Estimado compañero. Te escribo esta carta abierta, intuyendo el estado de ánimo que te embarga desde hace años.

Hace tiempo que optaste por lo que aún llamamos ejercicio libre de la profesión. Lo hiciste en dedicación exclusiva o compartiendo tu tiempo con la Sanidad Pública. Y lo hiciste ilusionado por encontrar un ejercicio en libertad, donde la libre relación entre paciente y médico fuese la guía y reina de la atención, donde nadie tendría la capacidad de fijarte agendas, calendarios, procedimientos u objetivos.

Pero no ha sido así. Y tú lo sabes mejor que nadie.

He escrito algunos artículos abordando el complejo laberinto de causas y consecuencias que ha permitido que las aseguradoras congelen o disminuyan tus retribuciones por acto médico. He participado en otras iniciativas dirigidas a tu paciente, el cliente de las aseguradoras, preguntándole si no se huele algo raro ante la promesa de coberturas atractivas a cambio de cuotas sorprendentemente bajas, o poniendo de manifiesto que tu remuneración es similar, tantas veces, a lo que él o ella paga por una hamburguesa o una entrada de cine.

Pero nada de ello funciona, ¿verdad? Te ves perdido en una madeja de aseguradoras que te pagan lo que quieren, que es cada vez menos, hasta rozar el ridículo, la indignidad. De tres a nueve euros netos por sentarte a escuchar un alma, por interpretar sus quejas… ¿Qué es eso comparado con la clavada por arreglar cualquier minucia en casa? Pero, además, tú tienes que estar al día, revisar conocimientos, procedimientos. Y ser sonriente, empático, comprensivo, comunicativo. Aunque el bolsillo cada vez más vacío te amargue la sonrisa.

Pero hoy no te escribo para lo de siempre. Para llorar otra vez, apago el ordenador y nos quedamos como estamos.

El mal llamado ejercicio libre de la profesión, falso autónomo triturado por las aseguradoras, te conduce al aislamiento, a la soledad profesional. Se trata del escenario perfecto para los grandes. Porque ya no es divide y vencerás, sino atomiza al colectivo profesional y los tendrás en la esclavitud agradecida, comiendo migajas de tu mano. Así estás tú, frente al paciente y nadie más. Y encima, la aseguradora… Mientras le interese tenerte en ese maravilloso catálogo de especialistas que le vende a la gente.

Pero no estás solo. O lo estás solo en apariencia. Hay miles como tú en toda España.

El individualismo que se nos inculcó en la carrera – y se reforzó estudiando el MIR– ha dinamitado nuestro espíritu colectivo. Viendo lo que nos han hecho las aseguradoras, cualquier gremio de formación menos sofisticada habría montado ya una buena pajarraca.

Pero nosotros no. Incapaces. O incapaces, hasta ahora. ¿Razones? Muchas: una mezcla de desconfianza hacia el compañero, la magnificación del sentido social de la vocación y el descreimiento absoluto hacia nuestras posibilidades de acción colectiva. Y, al fin, si un día cierras agenda para asistir a una reunión, te encuentras con cuatro gatos. ¿La consecuencia? Que nunca más, Santo Tomás. La miseria como forma de existencia. Y así un año, otro. Una década, otra.

Pero puede cambiar; está cambiando. El poder sin escrúpulos de las aseguradoras ha llevado al mal llamado ejercicio libre de la profesión al límite de la subsistencia. A que muchos cierren consulta y se jubilen, y otros opten por hocicar y someterse a las órdenes de un jefe en el Sistema Público. Queda un núcleo, sin embargo, instalado en la numantina, en la vana esperanza que, por ahí arriba, en los ámbitos de decisión de Sanitas, Adeslas o Asisa, alguien se dé cuenta del riesgo de implosión del modelo de negocio.

Pero puede cambiar; está cambiando. Hay mucha gente defendiendo tu situación, aunque no los veas a diario. Aunque no los escuches. Gente que, de día y de noche, se conecta con otros, habla y examina las diferentes posibilidades.

Por eso te digo: atento. No pierdas la confianza. Relaciónate por todos los medios a tu alcance, en todos los foros a tu disposición. Todo vale: grupos de Whatsapp, Facebook, Colegios Médicos. Porque se va a contactar contigo, más pronto que tarde. Se te informará puntualmente de que hay acciones en perspectiva. Acciones donde tú eres necesario. Acciones que no pueden fracasar si estás en contacto y das tu opinión. Acciones pensadas para ti y contigo, para sacarte de la marginación donde te ha sepultado el concierto de las aseguradoras.

Estamos trabajando para generar una conciencia colectiva, superando la falta de autoestima y la mentalidad individualista. Y sí, va a ser difícil. No va a ser a la primera. Pero sé que aún te consideras demasiado joven como para tirar la toalla. Atento, pues, a lo que viene. Cuando la madrugada es más oscura y fría, más próxima está la luz del alba.

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