Dos títulos mundiales y un tercero que no vino a España pese al potencial que atesora el airado y equivocado Maverick Viñales en Moto3. Las coronas de Jorge Lorenzo, su segunda en la máxima categoría, y de Marc Márquez, su segunda absoluta, dejan un buen sabor de boca del que quizá haya sido el Mundial de motociclismo más aburrido y soso de todos los tiempos.

Lesionado y en retirada Casey Stoner, hastiado de un campeonato previsible en el que ya no encuentra motivación, la lucha quedó entre el rápido mallorquín y Dani Pedrosa, un mano a mano bonito para los españoles, pero letal para un Mundial que no encuentra respuesta a las necesidades de competitividad que demanda el circo. Ganó Jorge, más consistente que un Pedrosa que no se lo termina de creer o simplemente no puede llegar a creérselo.

Montado sobre un avión, la esperanza de MotoGP y del motociclismo mundial se llama Marc Márquez. Su exhibición en el último gran premio del año -salió el último en el circuito de Cheste y llegó el primero adelantando a ¡19 pilotos! en el primer sector de la primera vuelta- pone los focos sobre el de Cervera de cara a la próxima temporada. Con apenas 19 años, los que saben de esto ven en él al mejor Valentino Rossi de siempre, al Lorenzo de los últimos años... Márquez, desarrollado y maduro, con la etapa de formación superada con una nota de sobresaliente y dos títulos en la categorías menores. El ilerdense llega a MotoGP a lo grande, estará en el mejor equipo del paddock y disfrutará de una montura que asusta. Allí se encontrará con el bicampeón mallorquín, con Il dottore de regreso a Yamaha y con un Dani Pedrosa más seguro que nunca. Argumentos irrefutables para levantar un alicaído campeonato, pero no suficientes para devolver la pasión a los aficionados. De eso se encargará un auténtico fuera de serie de 19 años. Es de Cervera y se llama Marc.