DE grandes cenas están las sepulturas llenas. Y de buenas intenciones, las papeleras. Vivimos en un mercado continuo donde valor y precio no cesan de oscilar. Sin embargo, Carmen Martínez Aguayo y Juan Espadas han proclamado que las viviendas ya no van a bajar más, y hacen un llamamiento a los ciudadanos para que compren pisos o casas con el fin de activar la economía. Se puede ser buena gente para dirigir la Consejería de Economía y la de Vivienda. Pero no confundir el deseo con la realidad.

Los ricos saben que lo son poque compran cuando el prójimo quiere vender, y venden cuando la gente quiere comprar. En Sevilla, el invisible gremio de rentistas está al cabo de la calle de la enorme cantidad de inmuebles disponibles que ni se venden ni se alquilan. Porque usted hace sus cuentas en función del abundante número de carteles que ve en locales comeciales, fachadas y balcones. Pero es mucho mayor la cifra global, porque debemos sumarle la cantidad de propiedades bizcochables sin carteles que lo delaten. En ese contexto, cualquiera comprende que seguirá bajando los precios sí o sí. Oficial u oficiosamente. Con o sin notario. Quien desee adquirir y tenga dinero en efectivo, puede sonsacar considerables descuentos. Porque quien vende sabe lo difícil que está hoy en día encontrar un comprador. Y quienes están en mejor disposición para comprar saben que les merece la pena seguir esperando, porque a finales de este año será aún mayor la necesidad de quitarse de encima como sea el apalancamiento en ladrillos.

Si el Fondo Monetario Internacional y el Premio Nobel Krugman nos acusan de tener inflados los salarios un 10% y otros observadores foráneos estiman que los precios de las viviendas siguen sobrevalorados entre un 20% y un 30%, ¿quién se va a retratar en una escritura? La CEA debería decir algo al respecto, y bajarle un 10% los honorarios a los gurús que contrata a mayor gloria de quien los presenta.