Acción de gracias

Compañeros

Pensé el otro día, con orgullo, que yo también poseo una familia (profesional) que me completa y me define

La noticia de esta semana, para muchos, es ese agrio enfrentamiento político que promete competir en giros de guión, deslealtades y puñaladas con la nueva Pasión de gavilanes -Pasión de gaviotas, podría llamarse el remake, supongo que a alguien ya se le habrá ocurrido-, pero yo prefiero quedarme con otra historia bien distinta, la concesión del Oso de Oro el pasado miércoles a Alcarràs, de Carla Simón, en la última Berlinale. El triunfo de la película emocionaba por muchas razones: porque este retrato de una familia de modestos agricultores consagraba a una creadora que ya exhibía una sensibilidad extraordinaria en Verano 1993; porque significaba el regreso a un premio que al cine español se le escapaba desde los años de esplendor de Carlos Saura y Mario Camus; porque también revelaba que tal vez, ciertamente, algo empezaba a cambiar con el auge de una generación de directoras que está rompiendo barreras, después de que ganara Cannes Julia Ducournau con Titane, yAudrey Diwan se llevara el León de Oro de Venecia con El acontecimiento. Pero hubo otro detalle hermoso tras el palmarés berlinés: la alegría que el triunfo de Carla Simón generó en el gremio, entre la gente que se dedica al cine; el compañerismo, la admiración y el respeto que se advertía horas, días después de aquella hazaña, en los calurosos mensajes que abundaban en las redes. Se palpaba un sentimiento de comunidad, de pertenencia, lejos de las rivalidades, la envidia, el individualismo.

Pensé el otro día, con orgullo, que yo también poseo una familia (profesional), un grupo que en cierto modo me completa y me define, el de los periodistas culturales. Hombres y mujeres que, como esos soñadores que se dedican al cine, derrochan entusiasmo y vocación, amor por el oficio. Qué deslumbramiento el de ese jovencito que empezaba, el muchacho que fui una vez, cuando se topó en las ruedas de prensa, en la apertura de una exposición, en la visita a un rodaje o a una obra de teatro, con una hermandad inesperada, una misma curiosidad, una pasión similar en sus colegas. Compañeros a cuyo trabajo podía acudir uno sabiendo que ahí hallaría una pieza elaborada con rigor, conocimiento, que invitaba a la reflexión o a la belleza. ¡Cuántas veces algún escritor que se desplazaba a Sevilla se asombraba del buen nivel de las entrevistas que le hacían aquí! El equipo (fabuloso) que conformábamos ha ido menguando, medidas como la cancelación de Al Sur, el histórico programa de Canal Sur, demuestran que cada vez hay menos espacio para la cultura. Yo hoy quiero dar las gracias a mis camaradas, porque ellos me enseñaron a mirar el mundo, porque en este tiempo han puesto sus rostros a esa frase de Kapuscinski, esa idea de que para ser buen periodista hay que ser también buena persona.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios