La esquina

josé / aguilar

Consejera con escrache

LA consejera más roja de la Junta de Andalucía, Elena Cortés, que lleva Fomento y Vivienda, ha dicho que si no lo fuera -consejera, no roja- seguramente participaría en los escraches, esa modalidad de violencia de baja intensidad importada de Argentina por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que se dedica a acosar a los diputados del PP para que cambien su voto y apoyen sus reivindicaciones contra los desahucios.

Cortés, que está haciendo algunas cosas positivas en materia de desahucios, argumenta que los ciudadanos tienen derecho a la protesta y a hacerse escuchar -confundiendo aposta el derecho de manifestación y la libertad de expresión con la coacción antidemocrática y la intimidación a los representantes del pueblo-, y vuelve a la monserga de que se está demonizando o criminalizando a los sectores populares que protestan de este modo. Nada de eso. Aquí no se les demoniza ni criminaliza. Sólo se denuncia su conducta antidemocrática. Como ha escrito mi compañero Carlos Colón, "lo miserable es dar por bueno que se acose a los políticos en sus domicilios particulares para influir sobre sus decisiones, presionándolos y atemorizándolos a ellos y a sus familias".

Le planteo a Elena Cortés una hipótesis nada descabellada. Supongamos que entre los manifestantes antiaborto que ayer salieron a la calle hubiera un grupo de fanáticos totalitarios que hubiesen decidido acudir a la casa de la consejera y penetrado en el portal, colocando fotografías suyas con letreros insultantes y gritándole "asesina", "criminal" y otras lindezas, para exigirle que cambie su postura en defensa del derecho al aborto. No habrían ido a hacerse escuchar -tienen mil formas pacíficas de conseguirlo- sino a intimidar a un cargo público para que altere por miedo su legítima posición ideológica. ¿Qué le parecería a ella? Otra hipótesis: ¿qué pensaría si otro grupo de ciudadanos, de ese amplio colectivo al que ella ha prometido desde su Consejería viviendas de alquiler barato, decepcionado por la promesa incumplida, la persiguiera y chillara mientras pasea por la calle con algún familiar o amigo?

No sé qué haría Elena Cortés si fuera ella la víctima de estos escraches nada inimaginables. Sé lo que haría yo: condenarlos con toda contundencia. Con la misma contundencia exactamente con la que condeno, sin demonizar ni criminalizar, los escraches a los que ella se sumaría, si no fuera consejera, contra diputados del PP.

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