MANUEL Arranz, el director de La 2, compareció en el programa de la Defensora del Espectador. Y estuvo convincente. Como no podía ser menos, Manel Arranz supo estar a la altura. Le trasladó Elena Sánchez Caballero la queja de algunos espectadores que no entendieron la supresión del reportaje sobre el chapapote del Prestige en el espacio Documentos TV, y aclaró Arranz que durante la última década la cadena ha emitido numerosos programas relacionados con el medio ambiente en los que se abordó este tema, pero que existe una norma que se sigue a rajatabla por la cual no salen en antena reportajes sobre asuntos que están en manos de la justicia, como es el caso. El error estuvo, sin duda, en que se anunció su emisión. Y se disculpó.

En estos tiempos convulsos en los que si se habla de medios es sólo para hacerlo de intereses empresariales, de espectáculos mediáticos, o de pan y circo para todos los gustos, no está mal, de vez en cuando, reparar en lo que, asombrosamente, funciona. Y funciona muy bien. Como es el caso de La 2. Un referente. Un lujo a nuestro alcance. Pero no tanto como tema de conversación y para quedar bien ("sólo veo documentales de La 2") como para disfrutar en privado, en la intimidad y en el día a día de toda esa cantidad de productos audiovisuales que esta cadena nos brinda.

No sé cuánto dinero de los presupuestos generales del Estado van destinados a RTVE después del tijeretazo. Y muchísimo menos cuánto llega a La 2. Seguro que es escasísimo, comparado con otras partidas. Pero les cunde. Vaya si les cunde. Y lo agradecemos. Arranz nos convence.