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EL recién estrenado director de TVE fue claro en su primera comparecencia pública, en los Cursos de Verano de la UIMP. "Cuando el Gobierno decidió suprimir la publicidad de TVE, debilitó la cadena y el servicio público". Es una evidencia. Lo que no exime a los gobiernos siguientes de su responsabilidad a la hora de tomar medidas encaminadas a salvar la nave, o a todo lo contrario.

Dijo alto y claro José Ramón Díez en el Palacio de la Magdalena de Santander que TVE debe intentar unas cuotas de audiencia que la sitúen cerca de las televisiones privadas. Se refería a Tele 5 y Antena 3, no a La Sexta y Cuatro. ¿Y eso cómo se hace con un presupuesto tan renuente? La respuesta no es fácil. Díez eludió darla. Le bastó con una declaración de intenciones.

Pero lo que vemos en el día a día habla muy a las claras. A lo mejor la televisión pública posible (es la artillería con que cuenta la cadena, y doy fe de que es muy potente) consiste en contrarrestar la bajada de audiencia con productos como Repor, que hasta ahora ha arrinconado en las madrugadas (este viernes, a las 2.20) y que constituyen verdadera televisión de servicio público. Puede que este tipo de programas no superasen el 10% de cuota de pantalla. Pero no es menos cierto que al menos serían unos dígitos, del primero al último, arañados con una programación modélica e incontestable, sin tener que sufrir sofocos como el provocado por El pueblo más divertido. En el mismo sentido podemos citar otra batalla, la de los servicios informativos. Tan delicada. Para quitar hierro a la situación digamos que La 2 noticias, que sigue en verano, no pasa del 3%. Con un producto indiscutible. ¿Audiencia o prestigio? Si hay que elegir, quedémonos con lo segundo.

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