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Deuda y crecimiento

Tan arriesgado es usar los argumentos de Reinhart y Rogoff para defender la austeridad como usar en el sentido opuesto las refutaciones de dos estudiantes de la Universidad de Massachusetts

LAS investigaciones sobre economía nunca tienen una influencia inmediata sobre la política económica. Sólo en el medio y largo plazo, cuando los resultados de las investigaciones se han repetido, las instituciones políticas terminan siendo influenciadas por dichos resultados y la política económica se modifica. Esta influencia es tanto mayor cuanto más avanzadas y abiertas sean las sociedades. En los países menos desarrollados, la influencia científica sobre la política económica y sobre otras políticas es muy débil o inexistente.

En los días pasados, sin embargo, hemos asistido a una excepción. Tres jóvenes investigadores de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, han publicado un trabajo de investigación en el que critican los resultados obtenidos por dos profesores de la Universidad de Harvard, Carmen Reinhart y Ken Rogoff (de quien tuve la suerte de haber sido alumno en Berkeley). El resultado fundamental del trabajo de éstos es la asociación negativa que encuentran entre la deuda pública con relación al PIB y el crecimiento, de manera que cuanto mayor sea esa relación, tanto menor la tasa de crecimiento. Además, cuando la relación supera el nivel del 90%, la tasa de crecimiento se vuelve negativa.

Los investigadores de Massachusetts han encontrado que un error de codificación excluyó a cinco países del análisis. Además, para un periodo corto de tiempo no se incluyen otros países (porque no había datos oficiales). Después de corregir esos errores y omisiones, los investigadores encuentran que cuando los países superan el 90% de deuda, la tasa de crecimiento no se vuelve negativa, como habían afirmado Reinhart y Rogoff en su investigación. Éstos han respondido a las criticas defendiendo su trabajo.Primero. Ellos insisten en que se debe tomar la mediana, y no la media, para medir el crecimiento a largo plazo, dada la gran dispersión de países y datos. Si esto es así, la tasa de crecimiento se reduce en un 50% cuando los países superan el umbral del 90% de deuda respecto de niveles de deuda inferiores. Este resultado se obtiene en las dos investigaciones señaladas.

Este resultado se obtiene tanto si se toma todo el periodo de estudio (del año 1800 al 2011) como un periodo mas corto y reciente, después de la II Guerra Mundial.

En conjunto, las dos investigaciones encuentran una asociación negativa entre deuda pública y crecimiento. Para todos los niveles de deuda, en la medida en que ésta crece en relación con el PIB, la tasa de crecimiento de las economías se va reduciendo. Las dos investigaciones consideran niveles de deuda del 30%, 60%, 90% y mayor del 90% respecto del PIB. Las diferencias entre las dos investigaciones son que no aparece una tasa de crecimiento negativa en el trabajo de los investigadores de Massachusetts frente a la de Reinhart y Rogoff y que el efecto negativo de la deuda sobre el crecimiento es mayor en el trabajo de estos últimos que en el de los primeros.

Toda esta discusión académica ha tenido un gran impacto político y ha saltado a los medios de comunicación, algo excepcional, como señalamos al principio. En la pasada campaña electoral en EEUU, el candidato republicano, Paul Ryan, declaraba que existía una evidencia incontrovertible entre un elevado endeudamiento publico y el crecimiento, señalando el limite del 90%, como los profesores de Harvard habían ya encontrado en su libro Esta vez es diferente, publicado en 2010.

Este argumento académico se convirtió en un arma arrojadiza que los republicanos usaron. El argumento se extendió al resto del mundo, siendo utilizado por los economistas conservadores que rechazan el incremento del gasto y, en general, cualquier política expansiva, para salir de la crisis. Los partidarios de la austeridad parecía que habían ganado frente a los que abogan por incrementar el gasto que propicie una salida rápida de la actual situación.

Extraer conclusiones generales para que se apliquen a cualquier país y cualquier circunstancia resulta arriesgado. Debemos pensar en la extraordinaria variedad de circunstancias de todos los países occidentales durante los dos últimos siglos. Por ejemplo, Gran Bretaña acabó en el año 1814 con siglo y medio de guerras con Francia, con una deuda pública que se tragaba todos los años la mitad de su presupuesto. Pero entonces, el volumen de bienes y servicios públicos suministrados por el Estado era ridículo comparado con el actual. Después de la II Guerra Mundial su deuda pública era dos veces y media mayor que el PIB. Pero durante e inmediatamente después de una guerra, la capacidad de sacrifico de la población no conocía limites. El sangre, sudor y lágrimas de Churchill. En la actualidad, esa capacidad de sacrificio no existe.

Existen otros muchos ejemplos que convierten en peligrosas las generalizaciones. Japón tiene una deuda pública que duplica su PIB. Pero la muy elevada y sostenida tasa de ahorro de las familias japonesas hace que no necesiten del resto del mundo para financiarla.

Adicionalmente, no en todos los casos el origen de un endeudamiento elevado es el mismo. En el caso de España, Reino Unido y otros países, el actual nivel de deuda pública tiene su origen en el monumental endeudamiento del sector privado durante muchos años. Las familias, empresas -sobre todo inmobiliarias- y bancos y su carrera por el endeudamiento están en el origen de nuestra crisis. La deuda pública es la consecuencia, no la causa, de la crisis. La relación de causalidad, por tanto, no está clara en todos los casos, dependiendo además del momento en el que se mida.

Utilizar un argumento académico para respaldar una posición política, es arriesgado. Y esto vale tanto para los defensores como para los detractores de una idea y de una política. En el caso que nos ocupa, tan arriesgado ha sido para los defensores de la austeridad utilizar las conclusiones del trabajo de Reinhart y Rogoff como puede resultar ahora utilizar el de los investigadores de la Universidad de Massachusetts para defender que la deuda pública es irrelevante y no afecta al crecimiento.

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