La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Educando a los turistas... y a los sevillanos

Las normas de concienciación para visitantes, que en realidad son de educación, son válidas para cientos de vecinos

Turistas

Turistas / José Ángel García (Sevilla)

Si por las prohibiciones tan habituales del pasado se conoce cómo era la sociedad en determinadas etapas (“Prohibido el cante”, “Prohibido escupir”, “Prohibido distraer al conductor”, “Prohibido sentar niños en la barra”), ni les cuento cómo nos conocerán en un futuro por las denominadas campañas de concienciación y sensibilización a las que asistimos en la actualidad. Por cierto, ¿por qué son llamadas así cuando literalmente se trata de intentar educar en cuestiones básicas a amplios sectores de la población? La Delegación de Economía, Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla ha activado la campaña denominada Love Sevilla Back, dirigida a turistas poco amigos de las buenas maneras, aficionados a comportamientos escasamente cívicos y amigos de convertir espacios en covachas.

Lee uno algunos los mensajes emitidos por el Ayuntamiento y saca dos conclusiones: hay que emplear un lenguaje de Barrio Sésamo para explicarles cómo no se tienen que portar y pareciera que nos visitan hordas en lugar de ese turista de perfil de alto nivel al que siempre aludimos. “La mejor secadora es la azotea. No uses el balcón para tender la ropa que está muy feo. En Sevilla solemos tenderla en la azotea. Si tu edificio no tiene, pide a tu casero un tendedero”. Qué tropa. Con lo hermosos que quedan los inmuebles catalogados del centro con camisetas, calzoncillos, bragas y otras prendas expuestas. El gobierno local también recuerda algo obvio: no se orina en la vía pública. “No hagas en la calle lo que no harías en el suelo de tu casa”. Esa frase se puede leer perfectamente en cualquier jardín de infancia. Otra perla más tiene que ver con no alterar las horas de descanso, no provocar ruidos innecesarios “especialmente de noche”, o que, en caso de que decidan comer o cenar en los parques o junto al río, donde por cierto anidan las ratas, “borren las huellas”. ¡Que no sean guarros, vamos!

Ah, hay mensajes enternecedores, pues se insta a nuestros señores y amos los turistas a que enseñen a sus hijos a “amar la ciudad”. De postre pueden leer en la campaña cosas tan elementales como la prohibición de fumar en muchos sitios y que las colillas “están mejor en las papeleras bien apagadas”. No digamos la necesidad de aparcar bien para evitar ser multado y que la grúa se lleve el vehículo. ¿Concienciación y sensibilización? Como diría Mariló Montero:“¿En serio?”. El gran fracaso que la sociedad no quiere ver es que hay ciertas normas de educación que se deben traer de casa. Aprenderlas después es casi un imposible. Y, por cierto, aplíquese este catálogo de normas (merecedoras de la voz de Super Coco) a miles y miles de sevillanos. Qué pensarán de nosotros dentro de varias décadas...

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