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Carlos Colón

Exageraciones

ME pareció mal que una concejal del Ayuntamiento de Sevilla, en este caso de IU, impidiera un homenaje al escritor Agustín de Foxá. Pero me parece exagerado que se la procese por ello. Ninguna simpatía siento por Foxá, a quien sólo he ojeado y nunca leeré. Cuestión de piel: no me interesa y hasta me da un poco de repelús, como me sucede con González Ruano y otros literatos e intelectuales de la derecha dura que desde hace algún tiempo son adorados por algunos dandis de la izquierda posmoderna. No es cuestión de afinidades ideológicas -leí con admiración el Viaje al fin de la noche del asqueroso de Celine- sino de piel, de talante, de gustos… Qué sé yo… El caso es que, por muy bien que escriban, no me interesan. Lo que no quiere decir que si tuviera un cargo político impidiera que se les hiciera un homenaje.

Es verdad que estos homenajes siempre son sospechosos de serlo tanto a las ideas como a las excelencias literarias de los homenajeados. Al fin: ¿es posible separar las ideas de los textos como si fueran aceite sucio flotando sobre cristalinas aguas creativas? No. Ni es necesario. Por eso algún heredero ideológico del homenajeado suele colarse en estos actos para dar el mitin. Lo cual tampoco es motivo para impedirlo siempre que no se transgredan los límites constitucionales (cosa que desde la izquierda extrema, especialmente la nacionalista, se hace un día sí y otro también sin que pase nada).

Se equivocó la concejal, en mi opinión, no respetando la libre voluntad de unos ciudadanos libres que querían hacer, con apoyo público, un homenaje a un señor que desde luego escribía muy bien. Si se hubiera tratado de un grupo de rock filo- etarra tal vez se hubiese sido más condescendiente, como tantas veces ha pasado (también en Sevilla).

Pero de ahí, censurar una actitud intolerante y partidista que somete el hecho cultural a lo ideológico, a procesarla va la distancia que media entre lo sensato y lo exagerado. Siento por IU la misma simpatía que por Foxá. Más desde que hace de taburete del Nerón municipal que ha alzado en la Encarnación la Domus Aurea de la modernidad según él, los suyos y el germano la entienden. Y aún más después de los piqueteros de la calle Alfonso XII. Lo que no impide que crea exagerado procesar a alguien por impedir un homenaje literario. Aunque en ello haya abuso de autoridad, sometimiento de lo público a la ideología de partido y -¿por qué negarlo?- una cierta catetería que confunde autores e ideologías, méritos literarios y deméritos ideológicos. Una cuestión tan complicada y enquistada que dudo pueda aclararse en los tribunales.

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