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La ciudad y los días

carlos / colón

Fundido en negro (2)

ES 1946. Con tan poco futuro como demasía de papalinas en Er 77 o aventuras taurinas con su amigo Paco Cabrera, Antonio, que tiene aspiraciones de escritor y poeta, se va a Tánger para incorporarse al diario España que habían fundado el general anglófilo Beigbeder y el liberal don Gregorio Corrochano en 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial se había ganado un merecido prestigio -con una tirada de hasta 50.000 ejemplares- como el único periódico con distribución en España que daba una información objetiva. Don Gregorio, además, lo había ido convirtiendo en un refugio de liberales. Fueron aterrizando el orteguiano Fernando Vela; José Luis Moreno, republicano de gafas de pasta y mucha brillantina que le enseñaba a todo el mundo una foto entrevistando a Azaña; Samuel Cohen, que sería el mejor amigo tangerino de Antonio; el editor extravagantemente liberal y carlista Manuel Cerezales y su mujer, la novelista Carmen Laforet; Jaime Menéndez, José Luis Navarro, Eduardo Haro... Fundido en negro.

Es febrero de 1949. Por la plaza de Argüelles se dice que Carmen, la hija del doctor Lorenzo Perales, debe estar medio loca porque se casa con un periodista tangerino -y es sabido que Tánger es una ciudad de pecado y aventureros sin patria- que no tiene donde caerse muerto. Tenían razón. Pero se había enamorado. Y además el periodista se parecía a Don Ameche. Y sí tenían donde caerse: realquilados en una habitación con derecho a cocina en casa de la signora Torrisi, una italiana cuyo marido, Hércules, había sido un espía más bien flojo que se pasaba los días en los cafés por si pillaba alguna conversación que pasarle al consulado. Antonio tuvo el mejor maestro en periodismo, Corrochano, que le dijo al llegar: "Antoñito, los sevillanos cogéis la pluma como si fuera un palillo para tocar el tambor y las plumas son para escribir. Sujeto, verbo y predicado. Y se acabó". Fundido en negro.

Son los años 50. Tertulias de madrugada, al salir del periódico, en los cafetines del Zoco Grande, con míster Morris -el inglés que vivía de noche-, Emilito Sanz de Soto, Ángel Vázquez y los compañeros del España. Un mundo muy distinto a la Sevilla que dejó en los 40: tertulias, prensa internacional -su admiración por Raymond Aron-, libros de la Librerie des Colonnes -Camus, Greene, Merton, Bernanos, Faulkner- y películas de Rossellini, Fellini, Clouzot, Bresson, Bergman… Continuará.

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