Historia de un final agridulce

Si el Betis logra que su zaga mejore, su techo se ve impredecible y verle, un enorme deleite

03 de octubre 2017 - 02:33

Tienen razón los paladines de la exigencia cuando se duelen de no haber ganado un partido de visitante tras haber ligado póquer de goles. Toda la razón del mundo, pero también habrá que ponerse en la piel de los seguidores de un equipo que está en Europa y que no ganó tras haber hecho cuatro goles al calor de su clientela. Cara y cruz de un juego en el que no siempre pueden mirarse las cosas desde la óptica sectaria de un solo color.

El domingo a mediodía debió quedársele cara de tonto a todos, tanto realistas como béticos, tras el espectáculo de fútbol enloquecido que fue el choque de Anoeta. Ahora bien, como la Real Sociedad nos importa una higa vayamos a lo que dio de sí el, por siempre y para siempre, Real Betis Balompié. Por lo pronto nos dejó la seguridad de que este Betis que Setién anda modelando a su imagen y semejanza va a darle muchas satisfacciones a su gente y eso es lo que más importa.

La filosofía del técnico cántabro está penetrando en la piel del equipo con más rapidez de la que presagiábamos. Da gusto ver a un grupo que no emplea la racanería para conseguir el inexcusable objetivo que en fútbol es ganar el partido. La excelencia de su fútbol y su productividad en ataque son señuelos más que suficientes para acudir al santuario de la Palmera con optimismo y, sobre todo, con el entusiasmo que emana del buen gusto por un fútbol atractivo a más no poder.

Y en medio de tanto entusiasmo, el pero de que bien procedería sincronizar los tics defensivos para que el equipo gane en solvencia. Impermeabilizar algo la zaga por el flanco izquierdo sería lo ideal para la consecución de cotas impensables hasta hace nada, así como acentuar la atención aérea en los lances de pelota parada. Todo se andará, imagino, pero mientras ello sucede disfrútese de un equipo que ofrece lo que ofrece y que está donde está tras haber jugado con varios grandes.

stats