Tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

Historia y leyenda del plátano de sombra

Cuenta la tradición que la Academia de Platón estaba asociada a un platanar

Unos árboles casi desdeñados pueden admirarse en calles y parques de muchas ciudades, pues lo común parece intrascendente y lo extraño relevante en las triviales sociedades modernas. La mayoría de los plátanos de sombra que hermosean nuestros paseos -Platanus hybrida- proceden del cruce entre el plátano oriental, nativo del sudeste europeo y el sudoeste asiático, y el occidental, originario del este de los Estados Unidos; aunque existen discrepancias entre los investigadores. Su grandioso porte y su longevidad, la belleza de las hojas palmeadas, el dibujo que establece su corteza desprendida sobre el tronco, el aroma suave que difunde en el aire primaveral, su sombra benéfica estival, la tolerancia a viciados ambientes urbanos o el cobijo que otorgan sus oquedades a aves y pequeños mamíferos son motivos suficientes para venerarlos y preservarlos. Su presencia es habitual en Sevilla, siendo posible ponderar la existencia de ejemplares centenarios en los alrededores de la glorieta de Bécquer y en el entorno del estanque de los Lotos del Parque de María Luisa, así como en los Jardines del Cristina, donde se yergue poderoso un plátano de más de siglo y medio, quizá el más longevo de la ciudad.

"Pero esperé en el patio, debajo de un plátano. Aspiraba el olor de la tierra fresca y no tenía más sueño" (El extranjero, Albert Camus).

Cuenta la tradición que la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles estaban asociados a platanares en sus emplazamientos de Atenas, y que Hipócrates transmitía su sabiduría terapéutica al amparo de un plátano en la isla de Cos. Según Teofrasto de Ereso, filósofo y padre de la Botánica, Agamenón planta uno en Delfos y otro en la Arcadia antes de partir hacia la conquista de Troya. Los romanos siguen la tradición helénica y consideran sagrados a estos árboles señoriales que les inspiran sentimientos de grandeza, sublimando sus deseos de victoria y dominio en los convulsos años del periodo pre-imperial. Así, según muestra un poema de Marcial, Julio César siembra un plátano en tierras de Córdoba antes de la batalla de Munda del año 45 a. C., episodio final de su enfrentamiento en la Bética con los últimos seguidores de Pompeyo. A partir de este acontecimiento, el árbol es sacralizado en los entornos aristocrático y militar, vertiéndose vino sobre su tronco en celebraciones, fiestas y rituales como ofrenda al genio eterno de César...

Es de desear que antes de talar estos majestuosos árboles por motivos que pudieran ser superados, se tenga en cuenta su historia, su leyenda, su prestancia; y el legado ancestral que atesoran las artísticas ramas, el mosaico del tronco descamado y sus profundas raíces, las propias de nuestra civilización occidental...

"La fachada, salpicada de ventanas en forma de puñal, recortaba los perfiles de un palacio gótico de ladrillo rojo, suspendido en arcos y torreones que asomaban sobre las copas de un platanar en aristas catedralicias" (La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón).

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