Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Hospedaje

PARECE tan fácil que han tenido que pasar unos cuantos años para que en España se pueda hacer Gran Hotel: una serie de época sin recurrir a la adaptación literaria, entrelazada con amores, arrogancias, crímenes y un punto de tea time. Una evolución de La señora, entre Agatha Christie, Galdós y Corín Tellado. Sí, parece que cualquiera lo puede hacer, pero el paso sólo ha dado una productora que fabrica lo que en el medio llaman 'milagritos', Bambú (sus gurús son Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés); en una cadena, Antena 3, que tras la travesía por el desierto otea el horizonte de su destino definitivo en la maraña de la TDT.

Si Gran Hotel es creíble y aceptable es sobre todo por el trabajo de sus actores, por encima de la ambientación. Son eficaces los veteranos, con ese pulso entre Adriana Ozores y Concha Velasco sin apenas coincidir en pantalla; y los jóvenes, aunque habría que pedirle algo más a Amaia Salamanca. Hay que valorar a los conocidos (Yon González, que no es un niñato sino un tipo intuitivo, tiene mucho que decir) y a los menos conocidos.

En este último apartado podríamos incluir al bigotudo y circunspecto detective Ayala, sombra inquietante que acecha a la mala leche que se sirve en este cinco estrellas. Tras Ayala se encuentra Pep Anton Muñoz. Deberían haberle visto alguna vez en El cor de la ciutat, el Arrayán que estuvo durante muchos años en la televisión de los catalanes. Entenderían así el trabajo artesanal de Muñoz. Pero bueno si hasta ahora el detective no les sonaba de nada les diré que es el doblador de Hugh Grant o John Malkovich, por ejemplo. Ya le tienen otro respeto ¿no? Pep Anton es un ejemplo de lo cuidada y completa que es la plantilla de este Gran Hotel al que sólo le rechina el hilo musical, una banda sonora que tiene momentos irritantes. Habrá que hospedarse en él de nuevo.

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