La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Igual que el conejo en su madriguera

Inauguramos el proceloso otoño sin saber a qué o a quién encomendarnos y eso que proliferan las procesiones de Gloria. Tantos son los pasos que saldrán a las calles de Sevilla en este tiempo que hasta parece como un acto de desquite por aquel tiempo de sequía también llamado de pandemia. Nos coge el otoño de la misma manera que el conejo vive en la madriguera el acoso del hurón, muertos de miedo. Si no tuviéramos suficiente con lo que a diario se trama en la Moncloa, el iluminado zar ruso amaga con el dichoso botón nuclear y nosotros con estos pelos. El otoño es como el contrapunto de la primavera, tan cantada y con el encanto que emana del estallido de la Naturaleza. Sin embargo, cuando el galán enfila su declive se le tilda de otoñal, señal inequívoca de que las cosas ya no son como eran. Pero, claro, si a esto se le suma la calaña de los que mueven los hilos...

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