ESCUCHABA el otro día una entrevista hagiográfica a un preboste de Iberia y la cosa iba alrededor de la ruta Madrid-La Habana. Todo eran elogios y todo estupendo, pero daban ganas de decirle al citado prócer que también podía explicar cómo la más emblemática de todas las compañías aéreas que operan en este país aún llamado España languidece como languidece en casa. Lo último, lo más sangrante, es que muy en breve aeropuertos como el sevillano de San Pablo dejará de ser base de Iberia. Un palo a la muy aeronáutica ciudad de Sevilla, una de las pioneras en la aviación española, que se queda sin la línea española por antonomasia. Y junto a la falta de consideración que eso supone, la decisión tomada con sus empleados, que han de aceptar quedarse con los que lleguen perdiendo muchos de sus derechos y sin poder seguir con Iberia en ninguna otra plaza.
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