Bicheo por la TDT

fátima Díaz

Inocentadas

UN coche abandonado con las llaves puestas parece un cebo demasiado evidente para cacos. Recuerdo un capítulo de Aquí no hay quien viva en el que el señor Cuesta y 'la Hierbas' se empeñaban en que les robaran el vehículo para eliminar pruebas de su última fechoría. Aparcaban en una zona conflictiva, dejaban las llaves puestas y la ventanilla abierta. Se apostaban en un banco de un parque cercano para dejar hacer a sus anchas -como decía Juan, el eterno presidente comunitario- a los ladrones. Después de una noche entera, el coche seguía en su sitio. No daban crédito. Esta situación desternillante no anda tan lejos de la realidad. Porque los cacos son cacos, pero no mentecatos.

Precisamente éste es el punto de partida de Toma el coche y corre (Bait car), un factual del canal Energy en el que se pone a prueba episodio tras episodio la honorabilidad de los peatones y donde, en ocasiones, incluso llega a intervenir la policía al pillar al ladrón in fraganti.

Aunque el título en castellano del programa es tan evidente como pensar que en una situación así hay gato encerrado, si lo tradujéramos directamente del inglés lo entenderíamos mejor: Bait car, es decir, Coche cebo. En eso consiste el programa: poner a un automóvil de cebo para atrapar a un ladrón de coches. No hay más.

El problema es que un coche diciendo 'llévame' es una tentación casi tan grande como encontrarse uno con un bolso con un fardo de billetes. ¿Cuántos irían a Comisaría a devolverlo? ¿Cuántos se lo quedarían? Reflexionen sobre ello. En los tiempos en los que vivimos de apreturas económicas la honradez es un lujo casi equiparable a que un mileurista veranee en Cancún.

De modo que Toma el coche y corre no sólo puede descubrir y detener a mangantes y maleantes; también a transeúntes con un mal día (o un mal mes). Los espacios de cámara oculta son así: destapan las vergüenzas del más pintado. Por eso, después de vista la hazaña, se añade el comentario del familiar o amigo diciendo: "él era una persona normal, nunca habría imaginado que lo hubiera hecho". Ni él mismo se lo imaginaba. Hasta que le pusieron la tentación delante, ahí, en forma de coche o de billetes.

Las cámaras ocultas nos dan qué pensar. Desde el mítico Objetivo indiscreto de los 70, recuperado en 1991 con éxito de la mano de Anabel Alonso y Antonio Resines y luego con Guillermo Summers e Ignacio Salas, los espacios de bromas con cámara oculta han proliferado en nuestra televisión. Luego llegó Inocente, Inocente, y más tarde Espejo secreto. Este Coche cebo va en el mismo sentido, pero rebasando la línea de la legalidad. Una inocentada que nos puede llevar a la cárcel.

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