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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Jeanne Moreau en Sevilla

Por fin, en 1968, llegó al Trajano 'Jules et Jim'. Seis años más tarde, pero en su momento para mi generación

La primera vez que Jeanne Moreau apareció en una pantalla sevillana fue el 12 de julio de 1958, interpretando junto a Jean Gabin la hoy olvidada Gas-oil. Como hacía las películas que hacía y la censura era lo que era, no volvió a aparecer hasta noviembre de 1960, con Diálogo de carmelitas en el cine Los Remedios. Tuvo un éxito extraordinario y hasta se organizaron sesiones para colegios y órdenes religiosas. En mayo del 63, marcando a una generación de cinéfilos, la Asociación Dante Alighieri presentó en el Lope de Vega un festival de cine italiano, proyectándose entre otras muchas películas de Fellini, Visconti o Lattuada, La noche de Antonioni, primera "moderna" de la Moreau vista en Sevilla. Un mes más tarde, ante un público supongo que atónito, se estrenó en el San Fernando El proceso de Welles. Mi amigo Bañuls nunca lo olvidó.

Así fueron llegando, con cuentagotas, las pocas películas de Jeanne Moreau que la censura toleraba. Por fin, en noviembre del 65, se produjo el estreno comercial de La noche en el Imperial. Eran malos tiempos para el cine, por aquello de la censura; pero también eran buenos por las hambres cinéfilas, en buena parte alentadas por la dieta impuesta por los censores. Hoy sería imposible que en una sala de estreno se proyectara una película así. Recuerden la bronca de El árbol de la vida. Triunfó y tras el Imperial anduvo de gira por cines de reestreno y hasta de verano. Dama de noche, salamanquesa en la pantalla, selecta nevería… y Antonioni. ¡Oh tiempos!

En febrero de 1966 Moreau reapareció en Eva de Losey en el Rialto y en esa misma sala, en mayo, en Campanadas a medianoche de Welles. Por fin, en mayo del 67, con una década de retraso, los censores autorizaron Ascensor hacia el cadalso, que estrenó el Rialto. Mi padre, que la había visto en Tánger en el 58 y se había llevado semanas hablando de la película y la Moreau, lo celebraba en su crítica de Abc: "Con Ascensor hacia el cadalso se consagró uno de los directores más inteligentes del cine francés, Louis Malle, y se confirmó plenamente la extraordinaria clase de Jeanne Moreau, la gran trágica de la pantalla europea".

Por fin, el 13 de octubre de 1968, llegó al Trajano Jules et Jim. Seis años más tarde, sí; pero en su momento para mi generación: teníamos 16 años. Lo justos para enamorarse de Moreau/Catherine pese a los ciertos peligros que ello conllevaba y al final de la película se demuestran.

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