Visto y Oído

Francicsco / andrés / gallardo

Kids

SI en TVE no sabían qué camino tomar, el de Olmos y Robles es uno de ellos para reforzarse en ficción: paisaje y contextos locales con roles universales (lo que han hecho siempre los británicos, vamos). Intenso remate para una primera temporada aunque las audiencias no fueran tan gordas como si hubieran sido en una privada. Reconozcamos que aunque el papel de Rubén Cortada arrancó un tanto romo, ganó con los episodios al lado del siempre eficiente Viyuela, que lo mismo vale para una comedia como para realzar una intriga.

También concluía esta semana la más andaluza versión de La Voz, una edición kids donde todo se reconocía en espíritu del sur y así lo respaldó la audiencia de nuestra tierra con más de un millón de espectadores, reunión que sólo congrega la selección de fútbol (ni siquiera ya el Real Madrid). Una etapadonde ha sobresalido Manolo Carrasco. El de Isla Cristina ha sido un coach animoso y cariñoso con los pequeños concursantes, con generosidad para que se luzcan. Menos recurrente y troquelado que Rosario y el otro. Buen trabajo de Lolín, que se ha ganado un ascenso. Tiene más madera de lo que preveíamos.

A falta de formatos realmente familiares, que gusten a todas las generaciones, La Voz kids lo consigue. La diferencia con Pequeños gigantes es que en éste llegan retoños chistosos e irritantes que escacharran la frescura y sinceridad que tienen los del talent de Jesús Vázquez. Con Tania Llasera en un papel prescindible (su presencia solía romper el ritmo), el show de Boomerang ha entretenido y emocionado sin forzar, con la inercia de una fórmula y unos ingredientes amasados. Porque en Telecinco saben hacer televisión, aunque muchas veces no sea la que nos guste.

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