La ciudad y los días

carlos / colón

Lecciones de las Hermanas de la Cruz

LAS Hermanas de la Cruz costearán las 25 plazas que la Junta deja sin concierto por aceptar sólo a niñas. Así actúan, con eficacia y sin ruido. Es una vergüenza que se penalice a una de las instituciones más queridas y admiradas de Sevilla. Las Hermanas de la Cruz tienen todo el derecho del mundo a educar sólo a niñas, sin que ello suponga discriminación vejatoria o vulneración del principio constitucional de igualdad entre los sexos.

Las Hermanas de la Cruz nada tienen que ver con discriminaciones por razón de clase, sexo o estado. Representan justo lo contrario de esa educación elitista que se suele asociar con los centros religiosos. Han estado siempre por encima de la diatriba política y todos los poderes que han gobernado esta ciudad las han respetado. Baste recordar que en las horas inmediatamente posteriores a la muerte de Sor Ángela el 2 de marzo de 1932 -hoy hace 81 años- el alcalde republicano de Sevilla, el doctor González Fernández de la Bandera, llamó a Diego Martínez Barrio para que se autorizara el enterramiento de la fundadora en su convento; y que dos días después el Ayuntamiento decidió por unanimidad cambiar el nombre de la calle para dedicársela a Sor Ángela.

La crónica municipal decía: "El alcalde, sr. Bandera, da cuenta, con sentidas y elocuentes frases, del fallecimiento de Sor Ángela de la Cruz. Pide que unánimemente se haga constar en acta el sentimiento de la Corporación. Y luego se hace eco de la petición de D. Enrique García de la Villa, y de una moción de la minoría independiente y diversos sectores de la ciudad, para que se dé a la calle Alcázares el nombre de Sor Ángela de la Cruz. El Sr. Tirado, en representación de los socialistas, se une a las manifestaciones del alcalde, sin que ello signifique dejación de su credo, y para demostrar que los socialistas no son sectarios".

"Que la religión la paguen los que la practican y ni un euro público" escribía ayer una lectora, felicitándose por la ruptura del concierto con las Hermanas de la Cruz. Podría estar de acuerdo con ella si la ópera se la pagaran quienes asisten a sus representaciones, los sindicatos sus afiliados o las fundaciones de los partidos políticos sus militantes. Como Cáritas, las Hermanas de la Cruz cumplen una función social que desborda el ámbito confesional para beneficiar a la sociedad entera. Pero parece que esto lo tenían más claro los socialistas de 1932 que los de hoy.

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