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FERNANDO FACES

Liderando el crecimiento europeo

España encabezará el avance del PIB de la Eurozona en 2015 pero el Gobierno debe perseverar en las reformas sin caer en la complacencia ante la vulnerabilidad de la economía

ESPAÑA liderará el crecimiento de Europa en el año 2015, a pesar de tener la mayor tasa de paro y el mayor endeudamiento de la Eurozona. España y Canadá son los dos únicos países, dentro de las economías avanzadas, que tienen una revisión al alza de su PIB para el año 2015, según el último informe de Perspectivas Económicas del FMI. No obstante, las previsiones del FMI para España, crecimiento del 1,7% del PIB en 2015, son inferiores al 2,1% previsto por el Gobierno Español en los Presupuestos Generales del Estado. La mala noticia es que la deuda pública superará el 101% del PIB en el periodo 2015 a 2019, dos años más que lo previsto por el Gobierno, y el déficit público no bajará del 3% hasta el año 2017, un año más tarde que las previsiones del Ejecutivo. Según el FMI las reformas estructurales adoptadas por España están dando sus frutos, aunque su economía sigue siendo muy vulnerable por su alta tasa de paro y su endeudamiento externo que es el más alto de los países desarrollados en porcentaje sobre PIB.

Optimismo presupuestario

La recuperación ya está marcha. La demanda interna, consumo de las familias e inversión en bienes de equipo, ha tomado el relevo de las exportaciones, hasta ahora el único motor de la recuperación. El optimismo de los Presupuestos Generales del Estado para 2015 está basado fundamentalmente en la confianza de que el consumo de los hogares y la inversión de los empresarios se van a reactivar el próximo año, gracias a la reforma fiscal, al retorno del crédito, a la recuperación de la riqueza financiera e inmobiliaria, a la mejora de la renta disponible y a la creación de empleo. Pero sobre todo, será fundamental que las exportaciones sigan contribuyendo al crecimiento. Hipótesis excesivamente optimista a la vista del estancamiento y riesgo de tercera recesión al que se está asomando Europa, y de la desaceleración del crecimiento y del comercio mundial previsto por el FMI en su último informe de Perspectivas.

Según el FMI las probabilidades de que la Eurozona entre en recesión se han duplicado, siendo en estos momentos del 40%. Tampoco cabe descartar la deflación, que dificultaría el pago del alto endeudamiento de los países del Sur de Europa. Alemania, la locomotora de Europa, sufre un brusco frenazo tanto en su producción industrial como en sus exportaciones, lastradas por la caída de la demanda de los países del Sur de Europa y de los países emergentes y por el conflicto con Rusia. Su demanda interna y empleo evolucionan favorablemente, pero no son capaces de compensar la debilidad de la demanda externa. Alemania, obsesionada por que su deuda pública no aumente, se niega a incrementar su gasto público en infraestructuras a pesar del déficit de inversión pública y privada, en comparación con otras economías desarrolladas.

El estancamiento de Europa

A pesar de las continuas presiones y sugerencias de la Comisión Europea y los organismos internacionales, que abogan por compatibilizar la consolidación fiscal con políticas de crecimiento, Alemania sigue insistiendo en la austeridad y las reformas estructurales como único camino de salvación, negándose al plan europeo de inversiones en infraestructuras de 300.000 millones de euros propuesto por el nuevo Presidente de la Comisión europea, si éste se financia con nueva deuda. El FMI y el BCE siguen insistiendo en la necesidad de flexibilizar el cumplimiento de los calendarios de consolidación fiscal, acompañándolos de inversiones en infraestructuras y de reformas estructurales.

El BCE sigue trabajando en soledad y agotando sus últimos cartuchos. Los mercados financieros empiezan a dudar de la eficacia de las últimas medidas de política monetaria expansiva anunciadas por Mario Draghi. El presidente del Bundesbank continúa oponiéndose a que el BCE aumente su balance mediante la compra de activos privados y públicos a los bancos, para que reactiven el crédito al sector privado.

Por si fuera poco, el FMI tras el estudio de los balances de los 300 mayores bancos del mundo, concluye que el 70% de los bancos europeos no tienen la suficiente fortaleza de capital para promover la expansión del crédito y advierte de la burbuja de activos financieros que se está creando a nivel mundial como consecuencia de que la gigantesca liquidez creada por los bancos centrales está fluyendo a los mercados financieros y no a la economía real. La velocidad de la recuperación de Europa está siendo decepcionante y llena de vulnerabilidades En las próximas cumbres europeas los países del Sur de Europa deberán de oponerse firmemente al dilema entre austeridad y crecimiento, abogando por la flexibilidad fiscal en un plan de consolidación a medio y largo plazo y por las políticas de inversión europeas, con el firme compromiso de avanzar en la reformas estructurales. El estancamiento de Alemania, siendo preocupante, puede ser el punto de apoyo para este cambio de paradigma.

La recuperación mundial está siendo más débil y lenta de lo previsto. Los desequilibrios entre los países deudores y acreedores se están reduciendo, pero lo están haciendo a un precio muy alto, la desaceleración de la demanda agregada mundial. Los países deudores aumentan el ahorro y reducen su demanda interna y las importaciones, y como consecuencia los países acreedores ven cómo su demanda externa se debilita, por el desplome de sus exportaciones. Todo ello, en un contexto de restricción crediticia y de una creciente vulnerabilidad financiera. La crisis financiera ha dejado una huella profunda y duradera que, sin una reestructuración de la deuda pública y privada, puede conducir a la economía mundial a un largo periodo de bajo crecimiento, lo que algunos economistas denominan estancamiento secular.

Políticas para el crecimiento

En cuanto España, el escenario de crecimiento y creación de empleo, previsto por los Presupuestos Generales del Estado, es posible, aunque no probable, dadas las vulnerabilidades internas y externas a las que está expuesta nuestra economía: desaceleración del crecimiento mundial, estancamiento de Europa, inestabilidad financiera, debilidad de crédito, independentismo catalán, elecciones y fatiga reformista, y por si fuera poco el riesgo del ébola amenazando a nuestro turismo.

Ante este escenario incierto sólo existe un camino: el de la perseverancia en las buenas políticas, tanto del Gobierno como de las empresas. El Ejecutivo español debe de profundizar en las reformas estructurales necesarias para mejorar la competitividad de nuestro país: ley del mercado único, reforma laboral, reformar energética, liberalización de los servicios, desarrollo de la industria, apoyo a la innovación y el desarrollo, fomento de las exportaciones, desarrollo de nuevos canales alternativos de financiación, educación y formación dual, y reforma de la Administración Pública para hacerla más eficiente y menos costosa. Un largo camino por recorrer. No cabe caer en la complacencia preelectoral. El reconocimiento internacional debe de ser un estímulo para acelerar las reformas. El rigor, la coherencia, la perseverancia, la transparencia, la honestidad y la lucha contra la corrupción son las palancas de la recuperación de la confianza de los consumidores y empresarios, y la garantía de una sólida recuperación y de un bienestar sostenible y solidario.

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