Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Listos y listas

TENGAN por seguro que en Canal Sur anda tiritando y no es porque tengan el aire acondicionado a tope. Los índices diarios de la cadena autonómica han bajado de los dos dígitos, del 10% (listón mínimo al que puede aspirar una cadena generalista que se precie), y desde que no está Arrayán en las noches no hay nada a lo que asirse para maquillar las cifras veraniegas. No va a haber vacaciones para la cúpula de Canal Sur y el invierno se presiente largo, muy largo. Y con recortes, más recortes.

Uno de los más estrepitosos estrenos de La Nuestra en mucho tiempo (y ya les vale) ha sido Listísimas. Este martes, en su segunda entrega, anotó un 2,2% de cuota de audiencia, una cifra más propia de Neox, La Siete y canales así. Más de uno se sorprendió que un programa tan así, tan chanante, hubiera aterrizado en los territorios de las coplas, las sales, los sones y los abuelos. Listísimas es un zapping disparatado en el que se apretujan en unos segundos imágenes de hoy, momentos de anteayer, fragmentos descatalogados, declaraciones de personajes populares y letreros, muchos letreros, que entran y salen y terminan de marear la batidora audiovisual. Con los gustos gastronómicos de los andaluces como coartada, este programa de la productora de Paco Lobatón forma un gazpacho que se indigesta a los pocos minutos.

Un ratito de Listísimas puede ser simpático, recordando al surrealismo de la fábrica de Joaquín Reyes, y tiene hechuras de fresco, pero algo más de media hora a ese ritmo llega a ser más atosigante de lo que cualquiera puede resistir. Esa carrerilla de muchachadas sería una sección con cierta gracia si se limitara a unos pocos minutos dentro de otro programa. Pero no se puede ser tan listo. Listísimas es un exceso. Un tostón. Y sus cifras, por mucho que se equivocaran los audímetros, no son casuales.

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