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Juan Ruesga Navarro

Londres, entre dos mujeres

ESTA semana pasada he coincidido en Londres con el funeral de la primera ministra británica Margaret Thatcher. El cortejo y la ceremonia han sido preparados con todo detalle, de acuerdo familia y autoridades, en la mejor tradición y de acuerdo a un preciso ceremonial. Toda la operación se denominó True Blue (azul verdadero), en homenaje a la señora Thatcher y a sus ideas políticas conservadoras. El lunes muy temprano se efectuó un ensayo general por el recorrido exacto, con todos los elementos. El feretro fue portado por ocho militares pertenecientes cada uno de ellos a las armas y regimientos que participaron en la guerra de las Malvinas, y trasladado a la Catedral de San Paul en un armón tirado por seis caballos y conducido por una tropa ceremonial de la Royal Horse Artillery. En la calle, en un recorrido no muy largo, cuatro mil policías cuidaban del orden. Dos mil invitados esperaban en la catedral. La reina Isabel II, ex primeros ministros y otros dirigentes rodeaban el féretro situado en el centro del crucero, bajo la cúpula. Música de Sir Edward Elgar, el de "Pompa y circunstancia", que por cierto la letra es de Otelo de Shakespeare: "Adiós al relincho del corcel de batalla, al tambor que conmueve el espíritu, al pífano que perfora los oídos, a la bandera real y todas sus cualidades, orgullo, pompa y circunstancia de la gloriosa guerra". Las glorias del Imperio resuenan en sus notas.

En la calle, un público numeroso, pero sin aglomeraciones, tres, cuatro o cinco filas en las aceras, expresaba su admiración a la política fallecida. En una esquina del trayecto, un grupo de manifestantes discrepaban, pero eran muy pocos, casi testimonial. Y a la hora prevista del mediodía terminó la ceremonia. La ciudad mantenía su ritmo habitual. En realidad, salvo por las banderas a media asta, poco se percibía fuera de la City. La televisión informó de que en el condado de Durham, el mismo de los mineros de la historia de Billy Elliot, hubo algunas manifestaciones en contra.

Recordé otro abril en Londres cuando, joven estudiante de Arquitectura, nos encontramos otros compañeros y yo en Trafalgar Square, con un mitin de Melina Mercouri, en contra de la junta militar que gobernaba en Grecia. ¡Con qué energía se expresaba! Defendía la cultura como forma de libertad. Los vientos parecían impulsar sus ideas. ¿Qué diría al ver la situación de Grecia en estos momentos? Melina y Margaret, dos mujeres que hablaban con claridad y exponían su ideología con determinación. En estos días, las ideas de la británica están en auge. Las de la artista y dirigente helena parecían incontestables en aquellos días de juventud. Y también más tarde, cuando propuso y consiguió crear la Capitalidad Cultural Europea, que tan buenos resultados dio en los años de expansión económica. Ahora soplan otros vientos. Pero creo que tenemos que actuar con cabeza. Hay que preservar y utilizar de la mejor manera posible lo conseguido. Quizás dentro de algunos años recordemos a estas dos mujeres, y no sean más que dos momentos en la formidable historia de Europa.

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