ANDAR a sólo dos puntos del ascenso después de haber dado tantos traspiés es como para tentarse la ropa. Cuando faltan todavía veinticuatro puntos en el aire, hablar de dos puntos resulta insignificante... siempre y cuando el equipo del Betis diese alguna opción al optimismo. Por lo pronto para que la botella se vea medio llena y no medio vacía tendría que estar más sólidamente cimentado. Y es que aunque Goitia haya figurado bastante tiempo con opciones para ser el Zamora de la categoría no da pie a afirmar que el sistema defensivo del Betis ofrece algún tipo de garantía, por lo que admítanse las reticencias.

Se está hablando de finales desde hace un par de meses y ni siquiera puede considerarse de ese modo el importante partido del Betis en ésta su primera visita al novísimo estadio grancanario. Importante es sin duda y con la obligación para el Betis de sacarlo adelante a fin de no poner más obstáculos en su carrera al objetivo único de volver a la categoría que nunca debió abandonar. Lo del pasado sábado ante el Elche fue muy fuerte por la imagen dada, por la pérdida absoluta ante un rival que se ha metido de rondón en esa enorme mesa en la que se apiña un número de aspirantes que hubiese resultado impensable hasta hace poco y que resulta sorprendente ahora.

Espera Las Palmas, ya sin Kresic, y lo hace sumido en una situación no angustiosa pero sí inquietante. Eso puede ser arma de doble filo que se haría muy peligrosa si el Betis deja las cosas para más adelante y los canarios dan primero. Ha hablado Víctor en esta semana después de lo del Elche de un Plan B que supla a lo conocido. Y claro que algo tendrá que variar para que las cosas tuerzan para mejor, pero bien hará Víctor con hallar la piedra filosofal que dote al equipo de una solvencia defensiva que se antoja imprescindible para el éxito. Las Palmas-Betis, un cartel añejo en un escenario inédito y en el que ambos se juegan mucho aunque nada sea definitivo todavía.