las dos orillas

José Joaquín León

Marihuana en Tetuán

DESCUBRIR una plantación de marihuana en Tetuán no tiene mayor interés. El territorio marroquí está señalado como unos de los principales focos de exportación para la industria del canuto. Pero encontrar una plantación en la calle Tetuán de Sevilla, como ocurrió el pasado martes, es diferente. Esa calle no está en un barrio marginal (no citaré ninguno, que luego se mosquean), sino en la milla de oro de Sevilla. Está en la calle donde Amancio Ortega, el de Inditex, ha puesto sus tiendas. Una calle donde están esos comercios todos iguales que hay en todas las ciudades. Una calle donde incluso hay un puesto callejero de incienso, que da un toque capillita, con sus buenos humos.

Según se publicó, siete personas fueron detenidas como presuntos responsables de un invernadero debidamente acondicionado en las plantas segunda y tercera del número 17. Por allí hay una tienda del rey de los bolsos, que no tiene nada que ver con eso. Los reyes del porro vivían arriba. Y fue digno de ver a los agentes de la Policía retirando las plantas de marihuana, como en una mudá de macetas, no para adornar nada, sino para incautarlas o algo así.

Es una pena que en Sevilla no se celebre el Carnaval y que envíen a sus chirigoteros a Cádiz, como si fueran emigrantes a Alemania. Si El Canijo, Lolo Seda, Alvarado y todos esos que ganan premios en el Falla pudieran cantar en las calles de su tierra de origen, aquí tenían una buena fuente de inspiración. Si hubieran descubierto la plantación de marihuana en la calle Columela de Cádiz, que sería la equivalente a la Tetuán de Sevilla, este suceso daría la vuelta al mundo. Pero como ha ocurrido en la ciudad de la gracia, como la llamó José María Izquierdo, y de las desgracias como las Setas, pues este extraordinario suceso se va directo al cajón. Se publicó en Diario de Sevilla y otros ni se enteraron. O lo ningunearon. Como si fuera lo más normal del mundo que cultiven marihuana en la calle de al lado del Ayuntamiento, donde hay uno que fuma en pipa. Tabaco de Fidel, por supuesto.

Este suceso nos confirma que la cosa está muy mal. Fatal del todo. Poner un invernadero de marihuana en la calle Tetuán sería lo último que nos podíamos imaginar. Hasta ahí llegan nuestros emprendedores. Hay que reconocer la imaginación de quienes han mezclado unos aromas con otros para plantar marihuana al lado del mítico incienso del Cristo de Burgos, que es el que venden en esos puestos, como si saliera al por mayor de una fábrica de San Pedro. En fin, ya se ha visto que hay humos para todos los gustos.

Es duro que la crisis destape estas contradicciones del sistema capitalista: cultivos para porros en la milla de oro. Y luego dirán que la economía sumergida es un mal menor.

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