MUSONDA quiere saber qué Betis será este verano para decidir su futuro. Es lógico que un futbolista de su proyección desee saber dónde va a jugarse los cuartos, algo así como le ha dicho otra perla en ciernes, Halilovic, al Barça. Y es que jugar en este Betis sólo es atractivo para futbolistas desmañados o de retirada. ¿Es necesario pregonar quiénes son los desmañados y quiénes los acabados en este Betis? A que no hace falta alguna...

Tiene el tándem Haro&Catalán la obligación de diseñar un proyecto que haga del Betis una meta atractiva para futbolistas que merezcan la pena. Obligación perentoria, urgente, sin que quepa excusa alguna para que el Betis sea lo que fue durante muchas fases de su historia, un club en el que dé gusto estar. Un club con un equipo que no vuelva a saltar a rodeo alguno con el complejo de inferioridad reflejado en las caras de sus futbolistas y en la pizarra de su técnico.

Si el martes abríamos la posibilidad de que la ridícula cara mostrada en Nervión hiciese bueno lo de que no hay mal que por bien no venga, ahora, a la par que insisto machacando en el mismo yunque, digo que ya está bien de convertir el vestuario de Heliópolis en un asilo mezclado en ONG para inútiles. Ido Maciá, el hombre que tuvo todo para conseguir esos objetivos, arriba Torrecilla con el marchamo de haber conseguido en el Celta lo que debiera pretenderse en el Betis.

Al salmantino le esperaron en Vigo varias temporadas hasta que dio con la tecla, primero con Luis Enrique y ahora con Berizzo. ¿Habrá aquí la misma paciencia que hubo en Balaídos? No creo que el Betis pueda permitirse el lujo de seguir dándole tiempo al tiempo. El mero hecho de contar con una masa social que duplica la del Celta y que supera a la de casi todos los clubes españoles así lo exige. Musonda quiere saber, pero el bético no sólo quiere saber sino que exige saber.