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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Nacía la feria, cambiaba Sevilla

La feria nació en una ciudad en la que "el espíritu moderno ha llevado a cabo las más radicales transformaciones"

Estos días de feria invitan a recordar la asombrosa reinvención urbanística, cultural y festiva de la Sevilla decimonónica y regionalista que tan claramente se aprecia si se superponen los cambios urbanos que redefinen gran parte de la ciudad, la reinvención de la Semana Santa y la invención de la feria.

En una primera etapa, segunda mitad del siglo XIX, se superponen las grandes reformas urbanísticas de Melchor Cano, Balbino Marrón, Juan Talavera de la Vega o Álvarez Millán y la Semana Santa de Teresa del Castillo, Patrocinio López, las Antúnez o los Astorga, la fiesta reinventada tras su profundo decaimiento cuyas cofradías se renuevan compitiendo en lujos y transitando por las sillas que el Ayuntamiento instala como un teatro urbano, tan moderna que disgustó a Bécquer, inteligente observador que intuyó lo que un siglo después el historiador inglés Hobsbawm llamó la invención de la tradición aludiendo a la recreación y creación de ritos por la burguesía triunfante: "Sus célebres cofradías -escribe el poeta en 1869-, más bien que la continuación de las tradiciones, son una restauración" propia de una Sevilla en la que "el espíritu moderno ha llevado a cabo las más radicales transformaciones". Le disgusta esta Semana Santa "restaurada" en la que por entre la muchedumbre "desfilan miles de elegantes y perfumados penitentes de todos hábitos y colores (…) repartiendo a las jóvenes dulces de sus canastillas; las andas cubiertas de flores y de luces, las imágenes cargadas de oro y pedrería", mezclado "lo profano con lo religioso" dándole "el aspecto de una ceremonia grave o la vanidad de un espectáculo público con sus puntas y ribetes de bufonada".

Esta ciudad que en 1869 tanto irrita a Bécquer tras haber sido radicalmente transformada, junto a su Semana Santa, por "el espíritu moderno" es la misma que el 18 de abril de 1847 había celebrado su primera feria que pronto tendría tanto de fiesta como de industria agrícola ganadera y que a partir de 1878 se anunciaría conjuntamente con la Semana Santa para crear el gancho turístico de las Fiestas de Primavera.

En 1888 abría su taller Rodríguez Ojeda, en 1897 se presentaba en el Salón Piazza un chaval de 15 años llamado Joaquín Turina, en 1902 y 1908 recibían sus títulos de arquitectos Aníbal González y Juan Talavera… Todo estaba preparado para la definitiva y escenográfica reinvención regionalista.

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