CONGRATULÉMONOS por el retorno de Jesús Navas al equipo nacional, pues esta medida puede tener carácter de revulsivo para que el extraordinario extremo vuelva a su nivel habitual, ese nivel que tanta gloria le proporcionó al Sevilla desde que Joaquín Caparrós le hiciese debutar hace ya ocho años en Montjuïc. Hay que congratularse por la sorprendente convocatoria de un futbolista que no atraviesa su momento mejor, pero que adquirió un crédito más que suficiente como para que Vicente del Bosque haya querido repescarlo para la causa, para una causa que el propio Jesús se encargó de abrillantar.

Y ese abrillantamiento que tuvo su punto culminante la noche gloriosa del Soccer City de Johannesburgo no podía pasar de puntillas por la sensibilidad del seleccionador. Aquel toque a rebato del minuto 116 en campo propio tenía que dejar huella y ejercer de paliativo para el tiempo de vacas flacas. Aquel balón que acarreó de punta a punta del campo es algo que juega muy a favor, es como una imposición a plazo fijo que deja unos intereses muy sustanciosos y esos intereses redundarán, seguro que sí, en beneficio del propio futbolista y, sobre todo, del equipo que lo mantiene. Y es que con la superación de Jesús, el papel del Sevilla sube como la espuma.

Desde el mes de marzo no contaba para Del Bosque y casi ocho meses después, el sevillista vuelve al equipo nacional. Sin duda alguna, el seleccionador es hombre conservador y fiel a los que le llevaron al éxito. Tan complicado es que alguien nuevo entre en el grupo como que uno del grupo salga de él. Y ahí están ejemplos de suplentes que siempre son convocados, con especial mención de Albiol. Ahora, cuando Jesús trata de salir de la crisis de juego que, como todo su equipo, sufre, en cuanto ha levantado algo su nivel, Del Bosque lo ha reclamado. Gran noticia para un chico que tiene en la motivación gran parte de su combustible y enorme nueva para el Sevilla.