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José Joaquín León

Obsesión por las elecciones

SERÁ difícil salir de la crisis mientras el gran objetivo de los principales partidos sea ganar las próximas elecciones. Por ahí empieza el abismo entre la clase política y el pueblo del habla, pueblo, habla, ahora llamado ciudadanía, como si fuera una asignatura. El abismo está en que los partidos tienen como objetivo ganar las elecciones y el pueblo salir de la crisis. Poniendo un símil remanido, en vez de remar en la misma dirección, los partidos se dan con el remo entre ellos, cuanto más fuerte mejor, como si no hubiera crisis. Con esta actitud, sólo queda ahogarse.

Rodiezmo ya no es lo que era. ¡Ay, aquellos domingos de septiembre! El entonces presidente Zapatero reanudaba su actividad política (con el consiguiente peligro), volviendo a su tierra, para darse un baño de multitudes con los mineros leoneses y asturianos. Momento triste para unos (se consideraba más oportuno que siguiera de vacaciones) y alegre para otros (pues podía pasar de todo y eso es amenidad). Ahora a Rodiezmo sólo van Cándido Méndez y Alfonso Guerra. Rubalcaba no va. Rubalcaba no da buena imagen de minero, ni con el pañolito rojo, que parece más propio de los sanfermines, y el toro ya se ve cómo ha salido. Así que siempre nos quedará Guerra, don Alfonso. El último de Rodiezmo. El último minero, aunque nunca se ha tiznado en una mina.

Dijo Alfonso en Rodiezmo que Rajoy debería convocar elecciones, o al menos un referéndum. Porque Mariano hace lo contrario de lo que dijo y está deslegitimado. Siendo un hombre con apariencia de juicioso, contenido y más maduro después de aquellos tiempos de la vicepresidencia, no se entiende que a Guerra le entre tal frenesí según llega a Rodiezmo. Será el ambiente minero o lo que sea. Guerra quiere unas elecciones ya, un referéndum, algo donde pierda Rajoy y reciba su merecido. Pedir esto es absurdo, pues Rajoy no va a darle ese gusto porque sí, cuando ha pasado menos de un año del segundo 20-N histórico. Y a Rubalcaba le daría un soponcio si le convocan unas elecciones.

En la otra acera se predica el pragmatismo. Se hace lo que hay que hacer, lo que conviene, lo que necesitamos (que, traducido, significa: se hace lo que nos dicen que hagamos). Aun así, a Mariano Rajoy se le escapa en una entrevista posvacacional concedida a Abc: "Estoy convencido de que cumplir con mi deber me llevará a volver a ganar las elecciones". Y luego lo mejora: "Quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad". De donde se deduce que también tiene en la cabeza lo de ganar las elecciones, y que la próxima vez mejor que pongas en el programa electoral: "La realidad". Y ya está, ya se verá lo que pasa después. De momento, sólo pasa que todavía no se han enterado de nada.

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