SITEL es el anagrama de Sistema Integrado de Interceptación de Telecomunicaciones; es capaz de controlar conversaciones telefónicas, mensajes SMS, comunicaciones por fax o por internet. Está en vigor desde 2004, cuando el PP gobernaba España. Desde entonces ha funcionado bajo autorización judicial y ha sido avalado por el Tribunal Supremo. El Sitel, en otra época, hubiera dado miedo pero ahora, cuando la estabilidad del mundo depende la sofisticación de los sistemas de vigilancia y hasta los teléfonos de tarjeta deben estar identificados, produce (supongo) seguridad. Yo no sé cómo no se ha convertido ya el Sitel en una serie de televisión o en un juego de mesa. El Gran Hermano pasó de ser una profecía de terror a un concurso de televisión seguido por millones de espectadores. La transformación no supuso un problema para ninguna de las eventuales víctimas del ojo que todo lo controla. Al contrario, la mayoría hemos aceptado resignadamente que cientos de pupilas sin párpados nos acechen desde todos los rincones y por todos los medios. Los estrategas de imagen del PP, quizá con el ánimo de tapar sus propios conflictos irresueltos de espías (la gestapillo de Cobo), han decidido explotar la vena orwelliana y amedrentar a los ciudadanos con el fantasma del Sitel reconvertido en técnica al servicio del PSOE. No se han percatado que desde 1984 han pasado veinticinco años.