TENIENDO en cuenta que todos los grandes pasaron ya por Heliópolis, la misión de hacer pleno de puntos como local no es imposible y, desde luego, sería salvoconducto para la visa del pasaporte a Europa. Dieciocho son los puntos que quedan por disputarse al final de la Palmera y considerando el potencial de los visitantes, conseguirlos será complicado, por supuesto, pero sin que se vea como una cota inalcanzable.

La primera prueba puede ser trabada. Llega un Osasuna que estaba en alza hasta el gol de Susaeta la jornada anterior en Pamplona. De la mano de Mendilibar, el equipo rojillo marineó con denuedo en una especie de cucaña en la que fue superando a gallegos, Zaragoza, Granada y Mallorca, por lo que resulta indudable que está en plenas condiciones de ponerle las cosas difíciles al Betis, a ese Betis que el domingo arrumbó la pizarra para brindar con la Real un gran espectáculo.

Ocurre con el Betis que sus tropiezos más inesperados del curso los sufrió ante equipos que van por detrás en la tabla, léase Granada y Mallorca. Lo que le pasó ante el Sevilla fue una catástrofe, pero el derbi es el derbi y suele pasar que esos partidos sean los que históricamente acumulan más errores incomprensibles. Goles en propia meta, asistencias equivocadas, fallos que no vienen a cuento, así se ha escrito la historia del derbi desde que el fútbol es fútbol, ergo...

Cuarenta puntos atesorados cuando aún faltan doce jornadas es algo para soñar bien despierto. Soñar con volver al fútbol continental siete años después sería especie de arcadia feliz, pero mejor que no se venda la piel de un oso que ni siquiera se ha avistado para, paso a paso, ir a por el mayor número de puntos. La posibilidad de hacer pleno casero está ahí, todo lo que queda por arribar a Heliópolis va mirándole la matrícula al Betis. Piano, piano se va lontano, pero soñar es gratis.