Visto y oído

Antonio / Sempere

Pañuelos

ESTE jueves se despide, después de 32 años, Clásicos populares. Será un trago. Tanto a Fernando Argenta como a nosotros, sus oyentes, nos espera un trago amargo que, sin embargo, no queda más remedio que pasar. Siempre me ha gustado asistir a las jornadas de despedida de los programas de radio emblemáticos. Esos que marcan tu vida. Los adolescentes y jóvenes de la generación de la play station. Ellos viven a otro ritmo. A su manera. Quienes peinan canas o cabellos teñidos sabrán de lo que les hablo.

Con ocasión del cierre de Clásicos populares, con ocasión del programa especial del miércoles en el que se reunirán en los estudios de Radio Nacional algunas de las personas más vinculadas al espacio, empezando por Araceli González Campa, a muchos se nos pondrá un nudo en nuestras gargantas. Hay mucha vida detrás. Y un tipo de vida que poco tiene que ver con la actual. Una vida que pasaba, indefectiblemente, por las ondas. Una educación emocional y sentimental a través de la radio, y a través de la música clásica.

Los oyentes han propuesto que atemos pañuelos blancos en nuestras ventanas y balcones como señal de duelo ante este final, y como signo visible de que somos muchos los que lamentamos esta pérdida. Veremos cómo funciona la campaña. La verdad es que yo no sentía algo así desde que Gloria Berrocal finiquitó sus Noches de amor en esa misma emisora de la radio pública. La última entrega fue especialísima. Para aliviarle el trago llegó al estudio una persona muy querida. "Oh, pero si ha entrado mi chico, con un ramo de flores". Era Maqua. Javier Maqua. Sonreímos. Nos emocionamos. Gloria habló hasta donde pudo. Y a partir de ahí ya nada fue lo mismo en las madrugadas. Ahora nada será igual en las sobremesas. A por los pañuelos blancos.

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