La esquina

josé / aguilar

Pedro se va con retraso

LO que debió hacer Pedro Sánchez en diciembre de 2015 o en junio de 2016 (asumir de verdad y no de boquilla su responsabilidad por haber cosechado los peores resultados del PSOE contemporáneo, las dos veces), lo hizo finalmente anoche. No hubo geos, finalmente, para desalojarlo del cargo, pero casi. Perdió la votación para convocar un congreso extraordinario con primarias previas, su última tabla de salvación. Hubiera perdido cualquier otra. Entonces entendió, al fin, que estaba muerto.

Hasta que llegó su hora -su hora de enterarse de lo que pasaba- tanto él como sus enemigos, con Susana Díaz al timón, no ahorraron a los españoles el bochornoso espectáculo de canibalismo del partido con más historia de España, el que gobernó el país durante 21 de los 39 años de democracia. Ni en los peores momentos de la UCD en descomposición se pudo ver a los 250 más altos dirigentes y cuadros de una organización de gobierno tan fracturados que no fueran capaces de ponerse de acuerdo ni sobre qué hay que votar y quiénes pueden votar. Un panorama desolador.

Han trabajado mucho, y con notable éxito, Pedro Sánchez y Susana Díaz, y casi todos los demás, por conducir al socialismo a una situación que, sin exagerar, cabe definir como catatónica. El primero, obcecado por una ambición personal ilimitada y hostil a la realidad; la segunda, maniatada por una cobardía calculadora que le ha impedido afrontar desde el principio la pelea por el liderazgo y asumir que su alternativa llevaba, y lleva, consigo la revisión del papel del PSOE en la investidura pendiente. Algo completamente impopular entre las bases socialistas, a las que no se ha explicado, nunca, que abstenerse para que gobierne Rajoy era lo más lógico, lo mejor para España y una oportunidad para el propio PSOE de iniciar su reconstrucción.

En fin, ya tenemos a Pedro defenestrado y una gestora al mando de los restos del naufragio. El tiempo malgastado en todos estos meses se vuelve en contra de los socialistas. Antes de que acabe este mes tendrán que decidir, supongo que en otro comité federal, la posición de sus diputados si Mariano Rajoy vuelve a intentar su investidura. Si le dejan paso, como pretende el gran inspirador de esta crisis (Felipe González), a riesgo de que Podemos le levante la hegemonía de la izquierda, o si provocan las terceras elecciones generales, a riesgo de sacar no 85 escaños, sino 50. Para entonces Pedro será ya un mal recuerdo.

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