ENTIENDO esa fiebre nacionalista en un Mundial de Fútbol. No así en unos Juegos Olímpicos. TVE presentó el dispositivo técnico y humano con el que cubrirá el evento como en las grandes ocasiones. No se va a reparar en gastos. A partir del día 8 del mes 8 del año 8, y a las 8 de la tarde según el huso horario de Beijing, tanto la Primera como La 2 y el canal Teledeporte van a mirar hacia los Juegos. Y esta bien que así sea. Comparemos lo que dieron estas cadenas y todas las demás en el mismo periodo de agosto pasado, y constataremos que no va a hacer color. Nada comparable con el espectáculo de los Juegos.

Pero digo que entiendo la fiebre nacionalista en un Mundial y no en los Juegos porque los comentaristas, que son la voz y el testimonio de lo que allí ocurra, van predispuestos a narrar las gestas de los deportistas que portan nuestra bandera. Viajan por y para apoyarles.

Y sinceramente, ir a Pekín para contar unos Juegos Olímpicos tan parciales me parece, sinceramente, un desperdicio. Bien está que cuando el día de la ceremonia inaugural, llegado el turno de nuestra delegación veamos al abanderado Gervasio Deferr se nos ponga la piel de gallina y hasta se nos salte alguna lágrima furtiva. Y que cuando Gervi, ojalá, esté en la final de salto, nos demos el madrugón para verle en directo. Pero de ahí a que se ninguneen y silencien las verdaderas proezas que se van a desarrollar en las piscinas, en las canchas y en las pistas de Pekín sólo porque no lleven sus hacedores no porten los colores de la enseña nacional me parece que es perderse mucho. A veces incluso resulta un poco absurdo percibir la vehemencia de los comentaristas con alguno de los nuestros discretísimo mientras en la pista de al lado se está desarrollando un prodigio titánico. De esos que sabe cantar como nadie Juan Antonio González Iglesias, que seguro me comprende.

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