Plaza de los Carros (y de los ruidos)

Una pancarta reza: "Sr. Alcalde, ¿por qué no se ha hecho la plaza que se propuso a los vecinos?"

Duró medio año el martirio en Montesión. Los vecinos de la vieja Plaza de los Carros tuvimos que convivir con el gas mostaza de la polvareda y el ruido inmisericorde de las obras. Hasta ahí normal. Juan Carlos Cabrera, alguacil del Distrito Casco Antiguo, presentó la reforma integral del entorno de conformidad con el vecindario. Se avenía la arcadia soñada. Se colocarían pavimento gris y adoquines de Gerena. Habría señalizaciones en el "suelo podo-táctil" para mejorar "la peatonalización universal" (¿sabían ustedes que somos peatones universales?). De la raquítica arboleda de la plaza (incluidos sus podridos naranjos), se respetaría el género botánico existente (¿?) y se añadirían tres lustrosos ejemplares verdes para gloria de Greta Thunberg. Incluso se diseñaría una nueva zona de carga y descarga.

Hoy la plaza de los Carros ofrece esta postal. El "suelo podo-táctil" es una costra pétrea, la misma de tantos otros espacios rediseñados (no faltan sus sevillanísimos lunares de guarrería varia). El mundo del bolardo tiene aquí un estupendo centro de interpretación. La botánica del entorno es ahora un sembrado de bonsáis. Se han añadido un par de farolas tipo villa, dos extrañas sillas y macetones XXL que ya hacen la vez de estercoleros (somos la suciedad que nos merecemos). El único árbol digno que había fue podado al alba (véase el momento del crimen por internet). Al parecer el ejemplar ofrecía cierta "ficha de riesgo" (sólo han sobrevivido las tipuanas de la aledaña plazoleta de los Maldonados, donde las aguas pestilentes de antaño y el carnero de Caño Quebrado).

Algunos vecinos han colgado pancartas de protesta. Se quejan de la nefasta regulación de la carga y descarga (en la era del metaverso, ¿no se ha inventado una máquina transportadora libre de ruidos?). Una pancarta reza: "Sr. Alcalde, ¿por qué no se ha hecho la plaza que se propuso a los vecinos?". El resultado, en fin, a la vista queda. Dícese del triunfo de la dictadura hostelera. Músicos callejeros con bafles y público bailongo. Veladores atestados. Aborígenes escandalosos. Cumpleaños a tutiplén. Atroz flamenquito para nuevos bares con buen rollito… No es esto, no es esto (al modo orteguiano). Uno tiene sus galones de bebedor. No se critica aquí el buen libar al solecillo (siempre fue así junto a la sacristía del Vizcaíno). Pero una cosa es el disfrute de la calle y otra distinta su adulteración fiestera.

Ya no hay coches en la plaza. Ahora hay espacio público corrompido y terrorismo ruidoso. Igual la bella Virgen del Rosario, nuestra preciada Charito de Montesión, se niega a salir este Jueves Santo.

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