CUANDO se escriba la historia económica española de la primera década del siglo XXI, en el capítulo dedicado al ascenso y caída del boom inmobiliario merecerá atención especial el caso del empresario sevillano Luis Portillo. Es muy difícil subir tan rápido al escalafón de las personas con más patrimonio atribuido, e igualmente resulta complicado perder a mayor velocidad el control de una empresa auspiciada en la cresta de la ola bursátil. La pasada semana se consumó la drástica reducción del papel de Portillo en el capital social de Colonial. En Navidad era su presidente y principal accionista, con más del 40% de los títulos. En mayo, sólo se ha podido quedar con el 5,14%. Son los bancos y cajas acreedores de sus enormes deudas y préstamos quienes, mediante un pacto entre ellos, se han convertido en los nuevos dominadores de la inmobiliaria. Parecido a embargarle a usted su piso y el resto de su patrimonio si no es capaz de pagarles la hipoteca.

Portillo sigue siendo dueño de una cuantiosa fortuna personal, y en clave sevillana la mayor expectativa es descifrar cuál va a ser su protagonismo en el proyecto inmobiliario de Entrenúcleos, en su Dos Hermanas natal. Con la aprobación urbanística del Ayuntamiento presidido por Francisco Toscano, fue uno de sus grandes impulsores, era su reserva de suelo más estratégica y la gran apuesta en el área metropolitana de Sevilla, con 13.500 viviendas en 720 hectáreas, de las que 200 serían para dos parques forestales. Con conexión a la línea 1 del Metro, a la red ferroviaria de Cercanías y a la futura SE-40. Con 200.000 metros cuadrados reservados para usos comerciales y de ocio. La coyuntura es claramente desfavorable para poner en pie una urbanización tan grande que es en el fondo una pequeña ciudad. Pronto saldremos de dudas sobre si el empresario que intentó ser el magnate de España se aviene a hacerse fuerte solamente en su Xanadú nazarena.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios