el periscopio

León / Lasa /

Prosperidad sin crecimiento: ¿reto o ilusión?

EL principal mantra del capitalismo, tal y como lo conocemos hasta ahora, es que hay que crecer a toda costa, año tras año, al precio que sea. Sin crecimiento, se nos viene a decir, no hay futuro, no es posible hacer disminuir el desempleo, no se puede mantener el estado del bienestar. Hace poco, en este sentido, el Fondo Monetario Internacional realizaba unas sombrías predicciones sobre la economía española: hasta el 2017 el PIB no crecerá por encima del 2%, umbral a partir del cual se considera que se empieza a crear empleo. Aunque, como dijo Galbraith, la función de las previsiones económicas es hacer de la astronomía una disciplina más que respetable, lo más preocupante de esas previsiones es que, en lo que atañe al desempleo, no se prevé una reducción significativa en un lustro. Mucho tiempo. Seguiremos estando, quizá hasta el 2020 -Dios mío- por encima del 15%... como media nacional, con diferencias abismales entre, por ejemplo, Navarra y Cádiz. Ojalá, suele decir un amigo mío, la solución a los problemas de este país radique en promover y conseguir un cambio de Gobierno.

Por eso, como el crecimiento ni está ni se espera, he leído con gran interés un libro cuyo título, por sí solo, es elocuente: Prosperity without Growth: Economics for a Limit Planet, del profesor Tim Jackson. Como podrán adivinar, la obra parte de la premisa de que -me gustaría que alguna vez alguien me demostrara lo contrario- vivimos en un planeta con recursos naturales finitos, que tardan en regenerarse cientos de miles de años y que más tarde o más temprano, al ritmo que vamos, terminarán agotándose. Jackson crítica esa letanía del capitalismo más salvaje que sostiene que es posible, a través de la eficiencia creciente del modelo productivo, seguir fabricando y consumiendo a costes medioambientales cada vez menores. Puede que así sea, señala, pero el constante acceso de decenas de millones de personas a ese modelo (piensen solamente en indios y en chinos) hace redundante, por ejemplo, la menor emisión de CO2 a la atmósfera de los coches o su menor consumo. Jackson también se hace eco de los estudios que demuestran que, a partir de una renta determinada, y por tanto de un consumo concreto, los porcentajes añadidos no agregan, proporcionalmente, mayor felicidad o bienestar. Es probable, a la fuerza ahorcan, que en un futuro no muy lejano nos convenzamos de que realmente no es necesario cambiar de coche cada cuatro años. Pero habremos de buscar alternativas a un sistema productivo que nos conduce al marasmo medioambiental si avanza y que se cae si se detiene.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios