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Luis Carlos Peris

Pulso entre dos constelaciones

La ausencia de Cristiano no debe paliar el brillo de un pulso equilibrado y repleto de estrellas y de satélites

TIEMPO habrá de ver a Cristiano por estos andurriales y aunque pueda paliar en algo el brillo del acontecimiento, con el portugués y sin él, un Sevilla-Real Madrid es un plato de alta cocina. La noche que debutó Dassaev fue ante el Madrid y un periódico sevillano sacó a portada a los once futbolistas del Sevilla bajo el título Este equipo puede ganar la Liga. Era el Sevilla de Azkargorta y de Toni Polster, Dassaev no logró el motivo de su fichaje, tabicar la portería, y el Sevilla fue bajando peldaños hasta ponerse a punto del desplome. Bueno, pues lo de aquella noche no tiene parangón con lo de hoy en el coliseo de Dato.

Sin duda alguna, la ausencia de Cristiano ensombrece un puntito la cita, pero me imagino a Jiménez contento con la nueva, que la vida es larga y tiempo habrá de ver al luso por aquí. Tampoco hay duda de que el equilibrio existe y se asegura la competitividad en un pulso que se anuncia igualado. La superioridad del Realísimo, que es real, se atenúa con la presión que sufrirá de una grada enardecida con su equipo. Nunca fue Nervión un rodeo fácil para el Madrid y la prueba es que Di Stéfano tardó media docena de años en ganar en él. Menos aún lo es hoy cuando nos estalla en la cara el mejor Sevilla conocido, de ahí que el equilibrio se asegure de manera indudable.

No estará Cristiano, pero sí el resto de la constelación, pero es que si de constelaciones hablamos, el equipo sevillista está compuesto por otra muy principal, con sus estrellas y sus satélites de lujo para el equilibrio de la nave. Colisionan los dos equipos que mejores números lograron en el recién ido septiembre. Ambos cantaron bingo en la Liga y en la Champions, se hartaron de cantar goles y hoy aparecerán por la bocana del Sánchez Pizjuán con el objetivo común de que octubre les sea tan bonancible como septiembre. No estará Cristiano y el espectáculo se resiente, pero en ambas constelaciones hay tantas estrellas en liza que nadie podrá quejarse de falta de brillo.

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