las claves

Pilar Cernuda

Rajoy asume la respuesta al independentismo catalán

Soberanismo El presidente del Gobierno ha decidido mojarse más en Cataluña para evitar el desamparo de los no independentistas y mostrar la firmeza del Estado frente a la secesión

14 de octubre 2013 - 01:00

PONERSE nerviosos no sirve de nada", dice Rajoy a sus colaboradores desde hace semanas cuando le expresan su inquietud por el incremento de la tensión en Cataluña y el empecinamiento de Artur Mas de celebrar la consulta independentista.

Quizá porque sabe controlar sus nervios, el presidente va a asumir más protagonismo en la estrategia del Gobierno y de su partido respecto a ese problema que en este momento se ha convertido en prioritario junto a la economía y el desempleo. De la misma manera que durante su época de líder de la oposición Mariano Rajoy realizaba al menos una visita mensual a Cataluña, a partir de ahora piensa desplazarse a esa comunidad con la máxima frecuencia posible, para explicar lo que él llama "decir la verdad" frente a la tergiversación de la historia que hacen los independentistas y el propio presidente de la Generalitat Artur Mas.

Aseguran en su entorno que esta decisión de Rajoy de mojarse más en Cataluña no tiene que ver con su interés en lograr un buen resultado en esa región en las elecciones europeas que se celebran en pocos meses. El presidente del Gobierno sabe que el resultado para el PP no va a ser bueno como indican los datos que maneja su partido y corroboró el CEO -el CIS catalán- el pasado jueves con un sondeo que indica que de celebrarse elecciones autonómicas en este momento el PP no alcanzaría el 3% de los votos. Por tanto, la estrategia del presidente mira hacia otros objetivos: tratar de que los ciudadanos de Cataluña no independentistas se sientan respaldados por el Gobierno central y sepan que no se va a ceder ni un milímetro en poner pie en pared contra la escisión o la independencia. Rajoy sabe muy bien que desde distintos sectores se le acusa de no actuar con suficiente energía e incluso se han escuchado voces críticas dentro de su partido, donde los más conservadores echan de menos la intransigencia de Aznar durante sus años de Gobierno hacia quienes sobrepasaban los límites del nacionalismo. Ese tipo de reacción no va con el carácter de Rajoy y además, aunque no lo dice, con toda seguridad ha llegado a la misma conclusión que la mayoría de los analistas: aquella postura de Aznar provocó el auge desmesurado de ERC, que de ser un partido muy minoritario logró un resultado espectacular en las siguientes elecciones autonómicas y una importante representación en el Congreso de los Diputados.

De ahí la frase "ponerse nerviosos no sirve de nada" que repite el presidente del Gobierno. Tras varias conversaciones con Artur Mas -la primera como presidente muy dura pues Mas se presentó en Moncloa con tono amenazante exigiendo el pacto fiscal- , Rajoy ha llegado a la conclusión de que el presidente de la Generalitat ha radicalizado su posición respecto a la más moderada de hace unos meses, y ha tomado ya dos decisiones en firme. La primera, convocar la consulta en el año 2014, y la segunda, plantear una pregunta que implique que la consulta signifique pronunciarse respecto a la independencia. El calendario que manejan en Moncloa es que la pregunta se conocerá pronto, pero es posible en cambio que la fecha de la consulta se condicione al referéndum escocés pues, si el resultado es contrario a la independencia como indican los sondeos británicos, podría afectar al resultado del referéndum catalán.

El presidente de la Generalitat se había mostrado más cauto hasta hace pocas semanas, hasta el punto de insistir en que la consulta tendría que ser legal. Sin embargo la amenaza de Junqueras de romper el pacto de gobierno con CiU ha llevado a Artua Mas a acercar sus posiciones a las de ERC, que está incrementando sus votos a pasos agigantados, entre otras razones porque se llevaría los pertenecientes al ala más extremista de CiU.

Rajoy no puede mover ficha hasta no conocer con qué paraguas se convocaría el referéndum. El Estatuto catalán recoge que cualquier consulta debe contar con el visto bueno previo del Gobierno central, y como Mas sabe que no lo va a tener, ha encargado a un comité de expertos que busquen los resquicios legales o que elaboren una ley que pueda ser aprobada en el parlamento catalán. Que no aceptaría el Gobierno ni el Congreso de los Diputados, y abriría un nuevo conflicto de competencias, un nuevo choque de trenes. Por eso Rajoy no quiere mostrar hasta ahora sus cartas y no se pronuncia respecto a cómo piensa actuar si Mas convoca la consulta.

Mientras llega ese momento, si finalmente llega -aún cabe la posibilidad de que Mas recoja velas presionado por Unió y por los empresarios que ven su ruina en el horizonte con los planes soberanistas- Rajoy se va a centrar en actuar en distintos escenarios: uno, el ya apuntado de los viajes a Cataluña para "decir la verdad"; otro, potenciar aún más las negociaciones y conversaciones con Duran i Lleida, que no es independentista y no oculta sus discrepancias con Artur Mas aunque no se atreve a la ruptura. Tanto Rajoy como Soraya Sáenz de Santamaría están muy en contacto con el portavoz del grupo parlamentario de CiU en Madrid. Otro escenario importante es el de la Unión Europea. Rajoy, aparentemente, es mero observador de la reacción de Bruselas ante las iniciativas de Artur Mas, pero cualquiera que conozca cómo actúa el presidente llega a la conclusión de que no es ajeno a las numerosas declaraciones de dirigentes de la UE que han advertido que la independencia significaría la expulsión inmediata de Cataluña de la UE y del euro; como tampoco debe ser ajeno a que ningún miembro destacado de la Comisión Europea, el Consejo o el Parlamento Europeo haya recibido a Artur Mas en sus recientes viajes a Bruselas.

Para Rajoy, lo más importante ante los problemas que provoca Artur Mas con sus ansias independentistas, es "el discurso". El discurso que debe hacer el Gobierno en Cataluña y el que debe hacer en el resto de España. Nunca se escuchará una palabra crítica de Rajoy hacia Alicia Sánchez Camacho ni a hacia ningún dirigente regional de su partido, pero el hecho de que haya decidido asumir personalmente la responsabilidad de transmitir el discurso que considera adecuado, indica que no debe estar muy de acuerdo con la ambigüedad con la que se expresa la presidenta catalana del PP, aunque ahora intenta suavizar el descontento que ha provocado diciendo que no ha propuesto nada que no figurara en el programa electoral del PP. Otros compañeros suyos afirman que no es exactamente así, la propuesta electoral no defendía una fiscalidad específica para Cataluña. En cualquier caso, Camacho ya estaba muy tocada por el caso Camarga porque en su partido no gustó ni que llegara a un pacto económico con Método 3 para no presentar una querella contra la agencia de detectives, y por pactar con su interlocutora en el famoso almuerzo que la que contara lo hablado en ese encuentro pagaría dos millones de euros a la otra.

No está por tanto el PP catalán en su mejor momento, precisamente cuando más falta hace que transmita un discurso nítido respecto a los asuntos que Mas presenta como agravios por parte de "España". La prueba de que no está en su mejor momento es que Ciutadans crece desmesuradamente gracias a ex votantes del PP. Aunque no solo hay inquietud en el PP: también crece Ciutadans con ex votantes del PSC.

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