Análisis

Roberto Pareja

¿Dónde está Rajoy?

EL líder del PP emplazó ayer al Gobierno a que exija al de Chávez explicaciones sobre la presencia y entrenamiento de etarras en Venezuela. Vale. A juicio de Mariano Rajoy, "no podemos, como hace habitualmente el Gobierno, mirar hacia otro lado porque pueden tomarnos por el pito del sereno". Soberbio, viniendo de quien viene.

Viene, por utilizar el ejemplo más reciente, de quien no ha dicho esta boca es mía en torno al batacazo de Zapatero en las primarias socialistas en Madrid. Rajoy se ha limitado a señalar que "se comentan por sí solas". La coartada es que no quiere entrometerse en los asuntos internos de la acera de enfrente, aunque por el ojo de la cerradura se vislumbra cierta cautela para evitar que le recuerden que a él no le hicieron falta unos votos para llegar al trono del PP, que le bastó con el dedazo de Aznar.

Viene de quien tampoco se quiere pringar en la ingente batalla del PP asturiano ante el regreso al proscenio de su ex compañero en el Consejo de Ministros Francisco Álvarez-Cascos, cuya pretensión de liderar la candidatura autonómica ha dividido al partido hasta el punto de que Aguirre propuso ayer un congreso extraordinario para elegir al cabeza de lista.

Viene de quien asiste atónito al renacimiento de una estrella, Ricardo Costa, a la que destituyó hace once meses como líder del partido y portavoz parlamentario en Valencia por su relación con el caso Gürtel y hasta suspendió de militancia por desafiarlo al seguir considerándose secretario general ignorando sus órdenes y que ahora -sigue imputado por corrupción- ha sido designado coordinador económico por su buen amigo Camps, otro que tal baila.

Viene de quien mantuvo un prolongado e inquietante silencio ante las graves imputaciones judiciales al ex tesorero del partido Bárcenas y el diputado Merino por Gürtel o a Matas por el caso Palma Arena.

Viene de quien lleva unos días desaparecido, los mismos en los que Zapatero toca fondo con su 29-S y sus primarias a cuestas.

¿Dónde está Rajoy? Camino de la gloria. Se supone.

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