La ventana

Luis Carlos Peris

Rancheras y más rancheras los sábados a mediodía

CETRINO, al alimón por cuestión genética y quizá por un aseo no demasiado meticuloso, el bigotudo tipo lleva el platillo en una mano y un micrófono simulado en la otra para atronar los aires de Tetuán con rancheras bizarras que salen del aparato que un colega maneja con la ayuda de un acordeón, simulado también, por supuesto, faltaría más. Y así la voz de Jorge Negrete, o la de Pedro Infante, revolotea por ese enclave tan concurrido cuando es mediodía de sábado en todos los relojes de un personal que va y viene camino de no se sabe dónde. Es una figura más en esa corte de los milagros que colorea el centro comercial de la ciudad. El rey, Cielito lindo, Cucurrucucú paloma, Ay Jalisco no te rajes, La cama de piedra, El rancho grande, Grítenme piedras del campo... suenan y suenan sin solución de continuidad en un play back como de andar por casa, pero que ambientan lo de por sí ya muy ambientado.

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