Visto y oído

Francisco Andrés Gallardo

'Reportear'

DANI es un nerjeño que vive en una localidad perdida de la Gran Bretaña y es pastor. Anglicano. Se debe a su feligresía, gente acomodada del extrarradio de Londres. Si el personal no acude al templo se juega ser despedido en cualquier momento de sus labores presbíteras. Una situación impensable para esos párrocos españoles que ahuyentan a barrios enteros. La iglesia anglicana, como si fuera una Telecinco o Antena 3 espiritual, pide rentabilidad: ingresos y share de asistencia, cuota de espectadores, a sus comunicadores. Para eso les contrata y les paga, como a Dani. La historia del pastor nerjeño en tierra protestante, que ahorra para montar un establecimiento de retiro espiritual en las Alpujarras, fue uno de los deliciosos reportajes de Andaluces por el mundo, en Canal 2 Andalucía. Es la opción más saludable en la noche de los jueves ante el desespero de Gran Hermano y un Cuéntame agónico que sigue jugando con el 20-N con una artrítica moviola de Estudio Estadio.

Andaluces por el mundo, dirigido por Ricardo Medina (creador de Madrid-Andalucía-España Directo), nos sigue descubriendo cada semana que los emigrantes andaluces dejaron atrás la maleta de cartón y llegan a ser cotizados recursos humanos. La serie documental, que va ganando adeptos en esta segunda temporada, es un ejemplo de los espacios donde el reportero no aparece en imagen: es el transparente interlocutores de quienes aparecen en pantalla, que se convierten así en absolutos protagonistas, avivando su credibilidad, como Callejeros, Répor o Vidas anónimas, que trabajan a cámara descubierta. Los reportajes de autor no tienen cabida en las parrillas salvo que sean entregas amarillentas, cámara oculta imprescindible, como los de Mercedes Milá. Por eso tenía valor triple el retrato antibelicista, y olvidado por la audiencia, de Jon Sistiaga.

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