INDUDABLEMENTE, Manuel Benítez fue el torero más importante de la segunda mitad del siglo pasado y la locomotora que tiró del convoy taurino durante tres lustros, pero eso no tiene por qué conllevar que le den la Medalla de las Bellas Artes. Admiré al Cordobés desde que debutase de novillero un sábado de preferia en la Maestranza, pero nunca me gustó. Me levantaba del asiento, pero luego no me acordaba de nada de lo que había hecho. El capote lo cogía como se coge un mantel para sacudirle las migas o como cogía el tranviario los mandos, y lo hacía a puñados. Luego con la muleta se ponía donde nadie era capaz de ponerse, pero el arte es otra cosa bien diferente. Creo que el Benítez hubiera merecido más justamente la Laureada de San Fernando o la Gran Cruz del Reventa Desconocido, pero darle la de las Bellas Artes es de no tener ni idea de por dónde va el agua.