POR más vueltas que le doy, no logro entender por qué a la gente no le interesó nada el estreno de la serie documental Las riberas del mar océano, y me imagino que tampoco el segundo capítulo emitido ayer por La 2. Vale, estoy de acuerdo en que no es el título más adecuado para captar a las masas, pero que se trata de un producto realizado con una dignidad y unos medios muy superiores a todos los que se suelen ver con parecidos mimbres en nuestras parrillas.

Como soy muy de la música, enseguida se me fue el oído a la banda sonora. Sonaba mejor de lo habitual. Lo que decía la voz en off, ya lo pueden imaginar, que nuestra costa está hecha unos zorros, que el 70% del litoral español ya está urbanizado, y que de seguir así no queda mucho para llegar al 100%, era más que previsible. Lo hemos escuchado muchas veces. En programas que nunca están de más. Ni aquel infatigable Línea 900 ni los actuales El escarabajo verde y Repor. Pero la partitura, la orquestación, la melodía, firmada por Mario de Benito, esa sí era un deleite.

Julio de Benito y Fernando Blanco, los autores de la serie, no están aquí para verla co nosotros en la emisión pública. Fallecieron durante los dos años en el que este magnífico trabajo permaneció en la nevera, esperando autorización. La política es muy mala, y había un punto de denuncia que no gustaba a las instancias oficiales. El proyecto se gestó en tiempos en los que Cristina Narbona era ministra. Los resultados se pueden ver ahora. Aunque a juzgar por las cifras, el 99% de los espectadores que el otro domingo veían la televisión ignoraron la calidad que se les ofrecía... Y teniendo en cuenta que La 2 no se ve en los bares, las cifras son bastante fiables.

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