INDUDABLEMENTE, la aportación de Rubén Castro al Betis ha sido fundamental. Con su instinto de depredador del área, con su visión de gol y acierto en las definiciones, el canario ha sido trascendental para el subidón que el Betis ha dado en los tres cursos que han ido de la mano. Fundamental para la huida del pozo de la Segunda, crucial para el asentamiento en el hábitat que debiera ser natural y clave para volver a Europa.
Sus goles han convertido a Rubén Castro en piedra angular de un proyecto que ha ido in crescendo así que discurrió el tiempo. Goles de pillo, goles de clarividente, goles con el pie, algunos de cabeza y bastantes sobre la campana para hacerlos incontestables conforman el currículo bético de un nómada del fútbol que encontró su asentamiento en Sevilla. Pero resulta que futbolista tan fundamental para la causa verde, blanca y verde no está ni, al parecer, se le espera en breve.
Y este tiempo de espera inquietante en el que no se sabe qué duración tendrá ni qué consecuencias acarreará se antoja asunto preocupante para una causa que debiera estar viviendo vísperas de ilusión tras haber retornado a Europa por méritos propios. ¿Y qué procede para ahuyentar este cúmulo de preocupaciones? Está claro que si el Betis tuviese las arcas llenas iría como un rayo al mercado a la búsqueda de una garantía de goles que relevase con éxito a Rubén, pero...
Sabiendo de dónde viene el Betis, la solución está en apretar los dientes, encomendarse a todo el santoral que se tenga a mano y rogarle a los disponibles que es pecado mortal en fútbol fallar las ocasiones que, por ejemplo, fallaron en Liverpool. Sin duda se trata de una fatalidad inesperada la estancia de Rubén en el dique seco y lo peor es que ni siquiera se sabe para cuándo es la vuelta. A grandes males, grandes remedios... pero única y exclusivamente si es que se puede.
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