La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Del San Fernando al Auditorio SGAE

Por fin Sevilla tiene un auditorio con 4.000 localidades, el mayor aforo desde 1973

Al leer, con alegría, que el 8 de marzo se inaugurará el auditorio de la SGAE no pude evitar recordar el crimen del teatro San Fernando. Con apoyo del influyente político sevillano Luis José Sartorius, conde de San Luis, impulsor también de la construcción del Teatro Real de Madrid, financiación de los señores Sánchez y de Caso, y proyecto de los ingenieros franceses Rouhalt de Fleury y Steinacher, se construyó un teatro que representaba la voluntad de recuperación de la ciudad y el papel que en ella asumía una ascendente burguesía gatopardescamente aristocratizada. Se llamó San Fernando y fue inaugurado el 21 de diciembre de 1847, el año en que nació la Feria de Abril, con I Lombardi de Verdi. La lujosa decoración incluía suelos y columnas de mármol, paramentos de caoba, pinturas de Cabral Bejarano y Lizasoaín en vestíbulos, salones y sala, gran lámpara de cristal y 450 luces de gas. Tenía capacidad para 3.000 espectadores y fue uno de los coliseos de ópera, teatro, zarzuela y espectáculos flamencos más importantes de España. Todas las grandes figuras de estos géneros pasaron por su escenario y en él tuvo lugar el estreno mundial de El retablo de Maese Pedro de Falla el 23 de marzo de 1923.

En 1969, año de su cierre, don Santiago Montoto, el erudito con casa en Mateos Gago y tertulia en la Punta del Diamante, le dedicó un artículo en el que advertía: "Corre el rumor por la ciudad del derribo de este famoso edificio". El rumor se hizo realidad cuatro años más tarde, cuando fue bárbara y vergonzosamente derribado en 1973, el año del traslado de la feria que había nacido con él y del derribo del mercado de la Encarnación. Su demolición formaba parte de la operación Centro Comercial San Fernando. La crisis económica la hizo fracasar y el solar quedó sin edificar casi durante una década.

Lo mataron solo seis años antes del primer Ayuntamiento democrático de Uruñuela y Pérez Escolano, que lo habría salvado. Sevilla se quedó solo con el decaído Lope de Vega y el Álvarez Quintero hasta que se construyó el Maestranza. Con 110.000 habitantes la ciudad tuvo en 1847 un teatro con 3.000 localidades y con 680.000 se consideró un logro que en 1991 tuviera otro con 1.800. Como los cangrejos vamos. Menos mal que la SGAE aporta un aforo de cuatro mil espectadores, el mayor desde que se construyó el San Fernando hace 171 años y tras pasar 45 de su derribo. Ya era hora.

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